Tras un periodo de reformulación de su propio lenguaje musical, el asturiano Willy Naves vuelve con un disco cocido a fuego lento, en el que, ahora sí, se ha encontrado a sí mismo.
Y el proceso fue costoso, pero la espera ha valido la pena, ya que nos ofrece unas canciones con sello de autor en las que expía vivencias y observaciones personales, con una forma de componer sinestésica, que convierte cada canción en una postal íntima, llena de recuerdos, de lugares, conectando a su vez la música con la naturaleza, en consonancia con las formas creativas de Bon Iver o Fleet Foxes. La inicial «Alpe D’Huez», el single «Superheroes» o «Amor Moderno», por ejemplo, son canciones folk, acorazadas con el revestimiento pop del indie nacional más intimista y emotivo.
Sus canciones, hechas con mimo, pueden gustar al fan de Iván Ferreiro, pero también al de Local Natives. La producción, a cargo de Charlie Bautista, quien además ejerció de multi-instrumentista en la grabación, es rica en arreglos, buscando que cada canción sea un lienzo distinto, con una paleta sonora hecha a medida. Sin escatimar en recursos e instrumentación, cosa que enriquece el conjunto, haciendo que se trate de un disco ambicioso en su concepción y generoso en su disposición. Un viaje íntimo e instrospectivo que, paradójicamente, conecta con el oyente a través de lugares comunes. Willy Naves presenta mañana en Costello (Madrid) y el 13 en Sidecar (Barcelona).
Daniel González