Realmente sorprendente este nuevo trabajo de una de las reinas del rockabilly de los últimos años. Y parece que lo avisa desde esa nocturna portada y con ese título donde acelera pero muy poco. Pero que nadie se lleve las manos a la cabeza, lo que presenta Kim en este nuevo trabajo es una evolución natural dentro de su género. Ha dejado atrás su rock’n’roll marca de la casa, hedonista y pizpireta, para virar hacía sonidos más taciturnos y reposados de la misma época. ¿Madurez? Es posible, pero de manera soberbia. El country y la balada introspectiva pero siempre en clave raíces y nocturna toman las riendas y la americana factura canciones tan bellas y arrebatadoras como «Pine Me», «Bury Me Deep» o «Percolate». Tristeza y melancolía Fifties que le sienta estupendamente y con una instrumentación y producción exquisitas que le viene muy bien a una artista que parecía que lo suyo era bastante unidireccional. Lo que no queda claro es si este álbum está marcado por circunstancias personales o por el deseo de buscar nuevos horizontes, lo que resulta evidente es que ha dado en la diana con este viraje de corte country influenciado por Roy Orbison, Chris Isaak o hasta por los ambientes de David Lynch. Esta vez se puede afirmar: bendita Madurez.
XAVI MARTÍNEZ
