Uno tiene la impresión de que el roquerío se ha vuelto exclusivista. Algo, por otro lado, que no es nuevo. Parece que, si las canciones no están llenas de acordes y giros imposibles, de cambios de tiempo, de armonías que enloquecerían (aún más) a Brian Wilson, y de letras dignas de un premio Nobel, que uno debe ser claramente incapaz de descifrar, la cosa no merece respeto. Los Ramones son lo que son porque están asociados a una época y otro lugar, pero ¿hoy los destacaríamos? ¿Los miraríamos con la devoción con que merecidamente lo hacemos? Estoy convencido de la respuesta, y esta es negativa. Corren malos tiempos para la música directa, sin paliativos. Si una canción no necesita de ciento diecisiete escuchas para llegar a entenderla, el crítico de turno la tildará de fácil, resultona (en negativo) o perecedera. Y, en medio de todo ese sinsentido, Airbag siguen editando discos. Al trío de Estepona se la trae al pairo no solo toda esa reflexión, sino también lo que opinen de ellos. Por eso repiten fórmula, no por conocida menos valorable, y dan de lleno, otra vez, en la diana. Producido por Carlos Hernández (Los Planetas, Leiva, Triangulo De Amor Bizarro), en este Cementerio Indie, magnífico título, nos encontramos con ese pop-punk que lleva veinte años encandilándonos. Nos enfrentamos al disco que necesitábamos entre tanto esnobismo y elitismo escondido en el “tú no lo entiendes y yo sí”. Que les den por saco. Nadie va a decirme que no puedo disfrutar con estas canciones. Y con Cementerio Indie me lo estoy pasando la mar de bien. Inculto que es uno.
EDUARDO IZQUIERDO
