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Suicide Generation, La Nube (Bilbao)

Noche de sudor, alcohol, cristales rotos y sangre. Un miércoles de concierto Punk cualquiera. Y no sólo Punk, sino venido de las Islas Británicas, con el plus que eso le da. El café teatro La Nube (en el bilbaíno barrio de Santutxu) pasa por ser el mejor garito de la ciudad si quieres ver a esas bandas que giran por Europa mostrando lo más seminal de muchos estilos, que aún no han llegado a un escenario más grande pero que están en ello, peleando duramente y tocando cualquier día de la semana.

Y llegaron los londinenses Suicide Generation para ofrecer una actuación sudorosa, caótica, descentrada y con un punto de locura bastante grande aunque controlado. 29 minutos, ni llegar a la media hora para 17 temas, pildorazos de poco más de minuto y medio (llegar a los tres para ellos es como tocar Rock progresivo), de los cuales cinco pertenecían a su primer trabajo (“First Suicide”) y siete al segundo (“Last Suicide”). Y ¿qué decir del concierto? Pues que todo fue muy rápido, más o menos lo que tardó el desbocado vocalista Sebastian Melmoth, enfundado en una glamurosa blusa de leopardo, en reventarse un vaso sobre la cabeza, menos de un minuto y ya hacía falta limpiar la sangre que le caía del corte de una mano. Pero poco le importaba. Subido encima de la barra, revolcándose en el suelo, trepando donde podía y cantar al menos 15 canciones mezclado entre el público. Le siguieron el bajista Nestter Donut (reclutado por aquí para esta gira y conocido por su proyecto personal “Flamenca Trash One Man Band”) y el guitarrista Vincent Suicide, permaneciendo sobre el escenario en sí solo el baterista Martin Miguel por momentos.

Y ese detalle del cambio de formación (ni apareció la doblemente femenina sección rítmica de la foto oficial de gira, Gema Germen y May Mangur, según ellos no formaban parte del grupo para esto. Y eso no está bien porque cambia la mitad del grupo sin avisar está muy feo y es sospechoso de poca profesionalidad y mucha improvisación).

Y del concierto en sí podemos decir que se ajustó a lo esperado. Punk rápido, agresivo y con una fuerte influencia de The Cramps (ese meterse el micrófono en la boca para cantar “Talk is trash” es la imagen icónica de Lux Interior) y muy Lo Fi, seminal, básico y directo a la yugular. El repertorio no varió mucho, todas las canciones cortadas por el mismo patrón, Punk Rock sin concesiones, aunque se les notaba mucho que beben también del Rock´n´Roll sesentero y les gusta guitarrear con cierto criterio (”Hypnotise”y “Trapped in this place” sonaron bastante menos Punk que la media). Media hora no da para mucho más. La experiencia del Punk básico es siempre intensa y, en esta ocasión, si lo bueno breve, dos veces bueno.

Texto: Michel Ramone

Fotos: Dena Flows

 

 

 

 

 

 

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