Encuentros

Amy Rigby, “ser mujer me ha permitido tener mi propia voz en la música”

El nuevo disco de Amy Rigby no es un trabajo cualquiera. Y no solo porque The Old Guys sea un magnífico trabajo de rock sin etiquetas, sino porque estamos hablando de una mujer que vivió en primera persona el post punk del Nueva York de principios los ochenta, con una interesantísima carrera en solitario desarrollada básicamente y curiosamente a principios de este siglo, y con tres notables trabajos grabados junto a su marido, Wreckless Eric. Destacado por grandes críticos, The Old Guys es toda una muestra de que su propuesta está más vigente que nunca y de que Amy tiene aún muchísimas cosas que decir.

 

Definimos tu música ¿o pasamos?

Eso es algo complicado. Solo te diré lo que se me ocurrió para mi biografía: Amy Rigby ha pasado la vida escribiendo y cantando sobre esa vida.

 

Viviste una época convulsa, en lo musical en Nueva York. Luego te fuiste a Nashville y acabaste en el valle del Hudson.

Nueva York era una ciudad difícil. La más difícil. Por otro lado, vivir allí te hacía estar preparado para afrontar el vivir en cualquier otro lugar. Es una ciudad que, además, aporta el lujo del anonimato, y eso en el fondo también es libertad. Cuando lo que buscas es ser reconocido como músico, como artistas, estás en la capital del mundo para eso.

¿Dirías que es una ciudad acogedora?

En lo musical tuve suerte de estar en una época en que diría que sí que lo era. Había un ciclo semanal en el Folk City, un antiguo club de folk de Greenwich Village que abrió en esa época en el que estaba Ira Kaplan de Yo La Tengo haciendo de técnico de sonido. Se llamaba algo así como “música para docenas”, y era como música a peso, para que cualquier decidiera qué era lo que más le gustaba. Una especie de micro abierto, donde di mis primeros pasos.

Te mudaste a Nueva York para estudiar en la escuela de diseño ¿te imaginaste entonces dedicándote a la música?

Para nada, pero ya estaba muy cerca de la música como fan. Me costó un tiempo encontrar mi propio camino. Tuve que ir al CBGB y comprobar esa catarsis que se daba entre público y artista. Hasta entonces había ido a conciertos en grandes recintos, Elton John, Pink Floyd, The Beach Boys…En el CBGB tenías que ir por los camerinos para llegar a los lavabos. Era otra cosa, y además existía esa sensación punk de que cualquiera podía hacer cualquier cosa. Eso me ayudó a creer en mí. Si la idea estaba allí, y tenía pasión y emoción para transmitirla, el resto llegaría.

Y a pesar de eso te mudas a Nashville, una ciudad muy diferente.

Sí, pero no fue inmediato. Viví todo ese ambiente durante bastantes años y fui miembro de dos bandas, Last Roundup y, sobre todo, The Shams. Me fui a Nashville ya en 1999, una ciudad más pequeña de lo que parece en la que su principal negocio, a parte de la música country, era la venta de biblias. Las escuelas eran horribles, y fue difícil cuidar de mi hija allí. Extrañaba conocer a todo tipo de artistas, no solo músicos, como sucede en Nueva York. Nashville está totalmente centrada en la música y allí no encontrabas pintores o escritores. Por otro lado, es una ciudad cargada de talento y, por ello, con una competencia feroz.

Pero tu estilo no tiene nada que ver con el country.

Quizá, pero sí soy fanática de su historia. Además, en Last Roundup sí que tocaba música country. Estar en el lugar donde se han hecho grandes discos y se han escrito canciones tan buenas como Nashville era muy inspirador. Ese ambiente de los años cincuenta y sesenta aún se conservaba un poco. Ahora todo eso ha sido demolido, aunque en cierta forma Nashville sigue siendo un buen sitio para la música y probablemente aún mejor para vivir. Aunque, para mi gusto, hay demasiada gente. No sé si podría vivir allí hoy por hoy.

Tú nos has parado de viajar ¿forma parte de tu manera de entender la vida?

Sí, luego nos mudamos a Francia con Wreckless Eric, y desde hace un tiempo vivimos en el valle del Hudson. Siempre quise volver a Nueva York, y este lugar es ideal, entre lo rural y la ciudad. Una pequeña ciudad a dos horas al norte de Nueva York. Eso sí, necesitas conducir para llegar a cualquier sitio ¡Además nieva mucho!

Podríamos decir que tu primera gran aventura en la música fueron The Shams.

Sí, fue hace mucho, peor recuerdo que me encantaba nuestro sentido de la diversión y la camaradería, y creo que es un sentimiento que siempre he intentado mantener. Hacer discos está bien, peo por dios, diviértete haciéndolos o tocando en directo. No te lo tomes tan en serio como para cargarte algo que amas. Tenemos suerte de dedicarnos a una profesión maravillosa, y más aún de poder compartirlo con la gente.

Y después de The Shams, empiezas tu carrera en solitario, y luego haces tres discos con tu marido, Wreckless Eric.

Él continúa inspirándome con su ética de trabajo y también con su atención por los detalles. Me enseñó mucho acerca de cómo conservar mi equipo, mis guitarras, mis amplificadores. También es bastante intransigente en cuanto a realizar los conciertos como él los ha visualizado, en lugar de aceptar lo que los promotores le proponen. Puede ser difícil sobrevivir en este mundo sin alguien duro que te ayude, y yo aprendí a ser autosuficiente gracias a él. Musicalmente seguimos trabajando juntos en discos, míos o suyos, e incluso aparecemos en los conciertos del otro de vez en cuando ¡Esto no ha acabado!

Eres una artista sin peajes, sin complejos ¿cómo ves la situación de las mujeres en la música actual?

Como te decía, siempre me he sentido libre para hacer lo que quiera, y nunca me ha preocupado lo que opinaban los guardianes del rock, que además suelen ser hombres. He estado en bandas masculinas y en bandas totalmente femeninas, y siempre he notado respeto y esfuerzo. Me he beneficiado de ser mujer, porque eso me ha permitido tener una voz y una perspectiva muy diferente en un mundo esencialmente masculino. Me duele leer la experiencia de otras mujeres que no han tenido tanta suerte, y por ello me siento afortunada.

Finalmente tengo que preguntarte por tu innata capacidad para describir lo que nos rodea. Eres una auténtica cronista de nuestro tiempo.

Es que lo que me inspira como escritora es el día a día. A medida que envejezco me preocupa pensar si tal vez lo he visto todo, y me quedaré sin esos pequeños detalles que dan forma a una buena canción. Pero el mundo sigue cambiando y te sigue sorprendiendo.  Cuando escribí «From Philip Roth to R. Zimmerman», lo hice desde el punto de vista de Roth, pero aún recuerdo la sensación de sentirme dentro de la canción. Me hizo pensar que nunca dejaría de escribir.

 

Eduardo Izquierdo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda