Como suele decirse toda historia que se precie tiene un final. Aunque vivimos en un mundo tan atropellado en el que solo nos importa la novedad, la dictadura del aquí y ahora, y la impaciencia de lo reciente, el llegar al final de una etapa no siempre tiene porqué ser una mala noticia, o, ni tan siquiera, una noticia triste. Cuando una banda como Berri Txarrak decide hacer un parón indefinido en su carrera, más allá del fan prematuramente melancólico y del augurador profesional y pseudo catastrofista del fin de una era, vale la pena respirar, echar la mirada atrás y poner en valor una trayectoria brillante e icónica dentro de la escena nacional. Durante 25 años, la banda navarra ha logrado erigirse como una de las referencias incuestionables del rock manufacturado en nuestro país, con un sonido personal y muy marcado, sin renunciar al euskera como lengua vehicular, y alcanzando cotas de éxito y reconocimiento notables incluso fuera de nuestras fronteras. Por todo ello, el “Ikusi Arte Tour 2019”, más que una gira de despedida es una celebración a esos cinco lustros de carretera, rock y actitud que la banda ha compartido con todos sus seguidores en festivales, estadios o pequeñas salas, y que culminará allá por noviembre en Pamplona, como no podía ser de otra forma, con dos conciertos (sold out) que se antojan memorables. ¿Y ahora qué? Esa es la pregunta que el líder y vocalista de la banda nos irá contestando en los próximos meses, aunque ya ha avanzado que seguirá creando canciones “bajo otra firma, con otro punto de vista y otra forma de hacer las cosas”. Que así sea.
Porque no siempre importa sólo el principio y el final de las cosas; a veces lo importante es la propia historia.
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Texto: David Lage
