Discomático

Nonno – Rebelión (Lengua Armada)

 

Es más que conocida la sentencia de Rosendo que define el rock como compromiso y mala leche” y los madrileños Nonno parecen haber aceptado sin paliativos esa máxima del maestro carabanchelero. Aunque su propuesta sonora no guarda conexión directa con la crudeza del sonido rosendiano y existe bastante distancia entre la una y la otra, es esa aceptación de lo que el rocanrol tiene de espíritu combativo, social y visceral, de lo que puede llegar a remover en las tripas de quien lo recibe, lo que se antoja como sólido denominador común entre ambos. En el caso de Nonno, este compromiso viene fraguándose y virando hacia un rock cada vez más contundente desde hace tiempo, pero ya alcanzó una cota más que notable en su anterior disco, El que ríe el último, y continúa con gran acierto en este Rebelión, el cuarto de su carrera, editado por el sello madrileño Lengua Armada y publicado a principios de noviembre del pasado año.

La actitud comprometida que subyace en prácticamente la totalidad del disco no lleva sus canciones hacia ritmos callejeros de punk-rock sino que son dotadas de cierto lirismo y ahí radica quizá uno de los grandes valores de la personalidad de la banda. Porque escuchando sus temas no es difícil palpar el mimo que parece rodear a cada uno de ellos y esas canciones cocinadas a fuego lento durante un año” según confiesan en su web, dejan entrever un cariño minucioso por cada acorde y un cuidado extremo en la composición, desde la meticulosidad de los textos hasta los puentes y los arreglos instrumentales, de factura absolutamente intachable.

Los nueve cortes de los que consta el disco se mueven entre el hard-rock más contundente, que proporciona sin duda los momentos más brillantes y de mayor intensidad del álbum, y algunas concesiones a medios tiempos y sonidos que, no exentos de presencia guitarrera, adoptan esos tintes más melódicos entre los que la banda parece también encontrarse cómoda y que aportan un contrapunto que termina por ser sello personal de su sonido.

Entre los temas más poderosos brilla con luz propia la abrumadora rotundidad de Rebelión, demoledora, casi brutal, con riffs y estribillos perfectos, con aire absoluto de himno. Pero tras su estandarte se sitúan también la amenazante Piel de León, toda la carga social de Tierra quemada, o la preciosa A través de los párpados, todas ellas canciones directas, potentes y robustas.

En los cortes menos enérgicos la intensidad desciende ligeramente y temas como Nada es en vano, Vienen a por ti o Imperios de polvo, intachables en su factura, se quedan no obstante un pequeño escalón por detrás de la contundencia de los temas más duros, pero aportan su dosis de delicadeza y no desentonan en la concepción global del disco.

Por último, las dos raras avis, Derríbalos y Abre las alas, adictivas y difíciles de clasificar, marcan curiosamente, junto a Rebelión, los puntos más formidables del disco. Derríbalos se desarrolla a partir de una atmósfera casi ochentera gobernada por unos acertadísimos teclados que cimentan una estructura creciente en la que poco a poco las teclas van cediendo el protagonismo a las guitarras que terminan por dominar la melodía construyendo un tema redondo, inmenso.

Por su parte, Abre las alas se erige como heredera de la enorme Morir de pie de su anterior trabajo y recoge su aroma desértico y su aire western, pero la crudeza de aquella queda ahora dulcificada en la línea del mítico Dust in the wind, con un cierto aire folk, casi hippie, para construir un tema hermoso y emotivo que completa un disco que destila honradez y transmite sinceridad lo que, dados los tiempos que corren, lo convierten en una vacuna más que necesaria para el espíritu. Hagan parada y no lo pasen por alto. Es la rebelión.

 

Texto: Miguel Sáez Martín

 

 

 

 

 

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