Hasta ahora habíamos conocido la cara y cruz de una moneda que identificábamos con el ‘’sonido Kokoshca’’. Unas veces se mostraban oscuros, afilados y retorcidos; otras sus canciones eran carne de hit indie, aunque en realidad nunca han tenido opción de petarlo y siempre se han quedado con la aureola de grupo de culto. En El Mal Kokoshca no dejan de ser Kokoshca, pero han decidido romper la moneda de su sonido en mil pedazos y expandirse como un universo inconformista. Ellos achacan la metamorfosis a que han tenido tiempo para poder trabajar en el álbum y volcar todas sus inquietudes como un equipo cohesionado. Muchas veces los géneros (rock, ritmos latinos, jotas psicodélicas) se bifurcan tirando por derroteros poco obvios y sorprendiendo al oyente. Ocurre algo parecido con las letras, que lo mismo parecen boleros clásicos, crónicas de un irónico diario o diagnósticos apocalípticos. A veces puede que se pasen de frenada, pero esa es también la grandeza de Kokoshca: en lugar de dormirse en los laureles, les da por la experimentación y el riesgo. El último corte, titulado también «El Mal», es la indudable cumbre de una obra que está destinada a derribar montañas de clichés en el pop español.
JON PAGOLA
