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The Model Rockets, Los Picos (Liérganes)

Fue en Junio de 1967 cuando el progenitor y el tío del actual rector, el ínclito Felipe, procedieron a la apertura de este insigne establecimiento hostelero cántabro. Su bautismo con el nombre de “Whiskería”, la querencia por la futura programación de bandas “Ruock” y la utilización de una decoración acorde a esta cultura (uno mismo se recuerda de niño contemplando allí un poster de Status Quo -absolutos “Headliners” mundiales en aquella época-, conforme acompañaba en el “alterne” a mi difunto viejo y sus camaradas ingiriendo mosto rojo y cacahuetes), originó que el párroco local advirtiese en la homilía dominical a la recatada y bien domada a “hostias” feligresía sobre el gran riesgo que conllevaba la visita a semejante espacio de perdición del alma.

Afortunadamente, aunque análogo cavernario oscurantismo está resurgiendo con inusitada “fuerza nueva”, la sala Los Picos lleva ya medio siglo resistiendo y legando la alta gama dentro de la música del diablo a sus fieles (hasta el finado Sky Saxon -The Seeds- ha aullado en su interior).

De esta suerte, el pasado lunes, y por mediación de los incendiarios y parejos hermanos Urchaga (Promotores / Disqueros / Guitarterroristas en Los Chicos) pudimos degustar a los resucitados The Model Rockets, pero no robarles el nuevo Ep “The Model Rockets Are Back”, recientemente editado por estos abstemios y veganos “Gemeliers” en su sello Folc Records.

El combo norteamericano formado por: John Ramberg (voz/guitarra), Scott Sutherland (guitarra/voz), Boyd Remillard (bajo/voz) y Graham Black (batería/voz) (fielmente inmortalizado gracias al savoir-faire de la flamante Annie Leibovitz routier), reconstituido tras tres largos lustros en el limbo, durante los cuales, cada miembro ha continuado laborando, por ejemplo, para la maravillosa Neko Case, el legendario Flamin’ Groovie Roy Loney, el supergrupo The Minus 5, o creando marcas propias como The Tripwires (otro supergrupo del underground) o The Doll Test (con tres de los cuatro Rockets en su formación), ya exhibían indicios en el soundcheck (comandado por el líder de Los DelTonos, Hendrik Röver) del espléndido bolo que poco más tarde ejecutarían.

Los de Seattle atacaron ampliamente sus dos recordados primeros álbumes: «Hi-Lux» (producido por el grandérrimo, convaleciente y queridísimo en la península, Scott McCaughey) y ”Snatch It Back and Hold it”(editados en el 93 y 95 por el sello Imposible Records, perteneciente a los capos de la extinta tienda de discos madrileña Record Runner; la misma donde Jimmy “Fallen Idols-Nativos-Electric Playboys-TheNuggets” despachome, a mil setecientas pesetas de la época, la ópera prima de los gringos, por cierto). Así, destacaron los profundos ecos a The Nerves en la deslumbrante «New Cinnamon Girl», o a los eternos Dwight Twilley y Phil Seymour en “Hitchhiker Jane”, la ruda guitarra a lo Thin Lizzy, circa “Bad Reputation”, -sí, he dicho bien- de “Tired of Hanging Out”, la sagaz pulsión de la sección rítmica en la muy power popera “She’s on the Cover” y, las cimas de la gran noche: “A Notice to Everyone” (proveniente de su tercer lp de estudio “Tell The Kids The Cops Are Here”) donde los gringos matrimoniaron a la mejor banda -para muchos- de singles de la historia, The Flamin’Groovies, con los arrebatadores Left Banke, y el cover de “I Don’t Know What I Want” de los enormes The Raspberries (Imperdonable y punitivo el que no regalaran la misma traca explosiva fin de fiesta expedida días antes en la capital del corrupto Reino que, según nos filtraron, consistió en el «Summer Fun» de los Barracudas, el «There’s a Place» de The Beatles, y el «Breakaway» de Tracey Ullman).

Luego, el post-concierto resultó severamente lacerante para Graham “Black”. Y es que el parcheador y Dorian Grey de Montana, perseguido por la “negra” suerte, cayó cruelmente batido en varias ocasiones por expertos jugadores de futbolín “old school”, vampiros y vampiresas nativos de León, Laredo y Galdakao, ellos. Quizá el consumo excesivo de la exquisita cerveza artesanal “Rocker Beer” (producida por el jacarandoso capo de la propia sala) disipó su concentración en el juego.

Tampoco fueron tan malos los putos noventa… That’s all Folks.

 

Texto: Aitor Bakaikoa

Fotos: Raquel Ochoa

 

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