Su debut homónimo, publicado el pasado 2017, ya me pareció un trabajo espléndido y así lo manifesté en estas páginas. Sin patrañas de segundos discos difíciles que valgan, Bostick se supera con este, su nuevo álbum. Tanto que, a día de hoy, me parece junto a Sturgill Simpson uno de los grandes activos del country-rock contemporáneo. La aparición de los fantasmas de Waylon Jennings, Hank Williams, Ray Wylie Hubbard, Dale Watson y Jerry Lee Lewis es incontestable, tanto como la capacidad que tiene el tipo para emitir un discurso propio superando esas indiscutibles influencias. Himnos grasientos, honky-tonk, Bakersfield sound… Ben Bostick es un todo terreno y lo prueba mediante doce cortes que mantienen un nivel muy alto durante todo su minutaje. Con una excelente producción a cargo de John Would (Warren Zevon), que consigue que todo suene a la vez clásico y contemporáneo, destaca por encima de todo el buen trabajo al piano de un Luke Miller que brilla en numerosos momentos del disco. Solo nos queda preguntarnos hasta dónde puede llegar el californiano si sigue superando las expectativas creadas de esta manera. La respuesta quizá esté entre las canciones de este soberbio trabajo.
EDUARDO IZQUIERDO
