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Loquillo – Sala Cubec! (Bilbao)

Cuarenta años son muchos. Y dan para celebrarlo mucho. La gira de Loquillo “Cuarenta años de Rock´n´Roll Actitud” llegaba a la Sala Cubec! del BEC para rendirse un auto homenaje, rodeado de sus más fieles seguidores que no dejaron de sentirse encantados de volver a presenciar un concierto del que es ídolo absoluto de varias generaciones de rockeros y pseudo rockeros aquí y allá. Tras la corta actuación de Nat Simons, el grupo de la cantante y compositora que bebe de las fuentes del Country y Americana más suave, Loquillo afrontó su nueva visita al BEC! con ganas de darlo todo. En el 2006 ya publicaba un directo grabado en el mismo recinto (aunque en su faceta más amplia) y en 2014 ofrecía otro concierto a las puertas del recinto con motivo del Mundial de Baloncesto, pues Barakaldo fue la sede donde disputó sus partidos la selección de Estados Unidos y ya sabemos que al catalán no le resulta extraño eso del baloncesto.

Y Loquillo quiso agradar, extendió su repertorio un par de temas más de lo habitual (con dos versiones, el clásico “Luché contra la ley” de The Clash, y “El crujir de tus rodillas” de los Nu-Niles) para abarcar 33 temas en dos horas y cuarenta y un minutos de repaso de toda su dilatada discografía. Claro, un paseo por todas las etapas tiene el inconveniente de que varias canciones no ostentan el status de hit (valiente la decisión de no sólo tirar de clásicos radiofónicos), con lo que el concierto tuvo altibajos en cuanto a la respuesta del respetable, porque algunos parecen que iban a un karaoke a medida y eso, en un concierto de Rock, como que no.

A pesar de un sonido rebotante, no se puede negar que Loquillo y su banda dominan perfectamente las tablas, musicalmente ofrecieron una actuación sólida, sin altibajos en cuanto a la línea musical y con un frontman que destilaba chulería a raudales (eso de fumar en escena, tanto por su parte como por la del batería, ya no se estila, viejos clichés del pasado…), pero eso es lo que había venido a buscar su parroquia. Sería un sorpresa que Loquillo volviera a enfrentarse al peligro de una sala pequeña, con un público hostil o demasiado excitado y cercano pero las vivencias de cada uno con el Rock evolucionan, lógicamente.

Aún así, el sector más entregado de sus fans vibró y disfrutó con la larga lista de éxitos que les brindaba su ídolo. Empezando con la canción que da nombre a la gira, “Rock´n´Roll Actitud” y siguiendo con otra serie de canciones que a todos nos suenan. El púbico no paró de cantar temazos como “El Rompeolas” (eso de buscarse un marido con miedo a volar parece que muchas fans del Loco lo tomaron a rajatabla visto lo visto…), “Rock suave”, “El ritmo del garage” y otras canciones menos trilladas pero con un fondo quizás mucho más poderoso como “Arte y ensayo”, “El mundo que conocimos”, “Cruzando el paraíso” (dueto con Nat Simons) o “Antes de la lluvia”. Con la versión de Alaska “El Rey del Glam” el concierto hizo un mínimo parón (90 minutos llevábamos ya) para afrontar su txanpa final. 19 canciones y 14 canciones. Y en la segunda parte del concierto Loquillo y su troupe se marcaron un mini Set con un claro acento Rocakbillie, un guiño a las raíces. A la ya mencionada versión de los Nu-Niles le siguió una básica “El hombre de negro” (Dios bendiga a Johnny Cash allá donde esté porque su manto negro es muy alargado), “Quiero un camión”, “Esto no es Hawai” y “Rock´n´Roll Star”. Un viaje en el tiempo muy celebrado porque la edad media de la audiencia no era de debutar en esto. “Mi calle” (Lone Star) mostraba al Loquillo más nostálgico, que seguía mirando hacia su glorioso pasado con “En las calles de Madrid” o “Cuando fuimos los mejores” (ya en la primera parte del concierto tocó el momento del guiño al mundo del basket con “Memorias de jóvenes airados”).

Y sí, tocó “la mataré”. La autocensura no es buena y el juicio a una canción (por mucho que quienes juzgan tengan mil razones de peso) a veces es perverso. Descontextualizar culturalmente es complicado. Y las canciones son canciones, las personas personas, los trastornados trastornados y la escoria escoria… que le pregunten si no a Halford.

“Feo, fuerte y formal” ya puso a la pista en estado de ebullición y el Loco abandonaba el recinto montado en su “Cadillac solitario”. No había mejor manera de hacerlo. Loquillo dejó tras de sí a un público feliz, quizás por recordar lo que muchos desearon haber sido y desistieron, y otros reafirmados en que la mejor salida de la autopista de la vida tradicional es el Rock´n´Roll.

Texto: Michel Ramone

Foto: Salomé Sagüillo

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