Por alguna extraña razón, los californianos no han logrado reunir ni una cuarta parte de la legión de fans de sus paisanos Allah-Las. Ambos comparten una filosofía parecida —los luminosos años sesenta, efluvios psicodélicos, el sonido West Coast—, gastan una imagen más cool si cabe y sus canciones van de lo mismo, de cálidas noches en el mar, cowboys y palmeras susurrantes. Sin embargo, el grupo formado por Julian Ducatenzeiler y compañía sigue sin asomar la cabeza mucho más allá del circuito sixties-psych, lo que en nuestro país queda claramente reflejado en sus visitas al Purple Weekend (2016) y Euroyeyé (2018). ¿Son Mystic Braves demasiado puristas? ¿Se pasan con el revivalismo? No parece que el problema venga de ahí. En este cuarto álbum reducen revoluciones y entregan así su mayor colección de canciones pop —de total inspiración sixties, como una reencarnación contemporánea de los Byrds— de su carrera. El garaje-psych queda reducido a un par de geniales arrebatos («Can’t Have Love» y la inicial «Under Control», de lo mejor del disco) y el resto deambula entre un suave mar de melodías, brillantes punteos y voces celestiales. Dale tiempo. Cuanto más lo escuchas, más te atrapa.
JON PAGOLA
