Discomático

Mudhoney – Digital Garbage (SubPop-Popstock!)

Resultado de imagen de Mudhoney - Digital GarbageSeattle, 1988. Mark Arm y su amigo Steve Turner deciden formar una banda que ensaye antes de dar un concierto. Se unen al bajista Matt Lukin y al baterista Dan Peters y forman Mudhoney. A principios de los noventa, gracias a Pearl Jam, Soundgarden, Alice In Chains y Nirvana, el azote del éxito se lleva por delante el sonido de Seattle. Después, la resaca: defunciones, años de luto y reediciones montadas en el carro de la nostalgia… El grunge deja de interesar, y Reprise, que había fichado a Mudhoney, los abandona con el efecto 2000. Matt Lukin deja el grupo para dedicarse a su oficio de pintor, siendo reemplazado por Guy Maddison.

Desde entonces, el grupo ha pasado por muchos estados; el mundo lo ha hecho también. Han madurado, y aunque Digital Garbage es más reposado que el anterior y excelente Vanishing Point (2013), no deja de ser otra gema garajera de procedencia inconfundible: hacer del minimalismo su mejor arma para sonar rudos y tan sucios como siempre. Aunque serenos, saben transmitir los buenos recuerdos sin abandonar el ‘’aquí y ahora’’. ¿Quiere esto decir que Mark Arm ha encontrado cura para aquella enfermedad que le traía de cabeza? A lo mejor, Mark Arm nunca estuvo enfermo. Quizás sea el mundo quien lo esté.

Mudhoney son un excelente barómetro del presente; y en una época llena de ruido, vienen armando jaleo para denunciarlo (por supuesto, sin tomarse demasiado en serio). Digital Garbage es un álbum actual, es decir enojado y rabioso, incluso cabreado, que dista del de una banda de viejas glorias apalancadas. Estos pioneros del grunge no viven de renta, lo hacen sabiéndose conocedores de los tiempos que corren: narcisismo en RR.SS. («Kill Yourself Live» es un alegato contra la ‘’importancia’’ de recibir ‘’likes’’), industria armamentística y terrorismo (la ironía en «Please Mr. Gunman» es cuanto menos afilada), y la probable extinción de la especie humana («Next Mass Extinction»), todo con la humildad de un hombre que trabaja de empleado para el sello que lo hizo crecer.

Porque, en Digital Garbage, Mark Arm se define involuntariamente como hombre cuerdo —a pesar de todo—, cantándole a la estupidez y a la crueldad del mundo con frases como ‘’mirad lo que están haciendo en mi nombre’’, y con canciones como «Oh Yeah», donde nos recuerda la importancia de disfrutar de pequeños placeres confiando en que la situación mejorará. A falta de clarividencia, puede que este no sea el mejor álbum como alegato de protesta. Pero es sin duda un buen retrato de los tiempos que corren a manos de una banda fiel a sí misma. Mudhoney no necesitan tirarle barro a nadie si regocijándose sobre él se lo pasan mejor. Otra de las ventajas de no tomarse demasiado en serio.

 

BORJA FIGUEROLA

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