Es Fuente Vieja, tercer álbum de los gaditanos, el álbum de la reafirmación, el que debiera llevarles más allá del mero hecho a sobrevivir y salir a la carretera por el gozo de hacerlo. ‘’Se alcanza el éxito convirtiendo cada paso en una meta y cada meta en un paso’’, dijo el conquistador de dudosas artes, Hernán Cortés. Lo que Bourbon logran con el álbum es dar un paso al frente, pero también a un lado, pues logran trazar un sonido único que no les emparenta con ningún otro artista o banda sino con el cautivo y la magia de allá a donde pertenecen, esa impronta casi mística que aúna la música de esa parte del globo terráqueo. No importa que adores a Grand Funk Railroad o a Kyuss, pues el aura que desgaja ese aire te va a dar los suficientes ingredientes para convertir lo tuyo en algo muy especial. Si sabes cómo asimilar todo eso y plasmarlo en canciones —perfectamente hilado en el tema titular, el single «A Punto de Arder» y «La Triste Realidad»— ya tienes gran parte de tu sonido. Un sonido único, íntegro y sangrante. O te gusta o no te gusta. Lo de estos tipos te agarra, no lo eliges tú. Eso lo tienen en común con Triana; si te atrapan estas perdido. Fuente Vieja no es un disco fácil. Pero nadie dijo que la música debía serlo. Raúl, Juanma y Álvaro son tan jodidamente buenos e imaginativos que hacen que importe hasta el último detalle de lo que tocan. Y resulta imposible hacer balanza con dos o tres escuchas. No tengo claro si es mejor que Devastación; todavía es pronto para ese debate. Pero sí es muy diferente, y por ello les aplaudo.
SERGIO MARTOS