Si no cabía duda de que en el perfil musical de este joven y talentoso norteamericano tan importante como la variable rock era la del roll, es decir una inquietud natural por impedir ser retratado en una foto fija estilística, con este tercer disco convierte dicho elemento en trascendental. Una portada alumbrada por luces y colores de llamativa naturaleza ya invoca a un evidente cambio de paradigma, materializado en la apropiación de muchas constantes que adornan desde el power-pop al glam. Acompañado en la producción por Jeff Trott e Gregory Lattimer, su sonido deja de priorizar representaciones tradicionales para centrarse en las distorsiones y ritmos asociados a los años setenta. Tan influenciado aquí por los Beatles como por las carreras en solitario de Paul McCartney o George Harrison, abolengo compartido junto a otros iconos de la talla de David Bowie como ratifican los temas «If Not Now When» o «The Truth Is So Hard to Believe», sin embargo no quedarán eclipsadas otras inclinaciones que ya se le daban por adquiridas, resurgiendo su lado más americano en «End of the Day» o asomado bajo las melodías vibrantes y luminosas de «Set You Free». Características que sumadas a interpretaciones hipnóticas de la talla de «Dream Dreamer», con reminiscencias vocales a Roy Orbison, o a un expreso deseo por plasmar la incómoda realidad, redundan todavía más en esa condición que nos sitúa ante un álbum personal y de desprejuiciada genialidad.
KEPA ARBIZU
