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Cooper, 20 de octubre de 2018, Sala Upload, Barcelona

Primera buena noticia: con la incorporación de una teclista para llenar el vacío de la siempre añorada Elena, y el apoyo de un par de vientos en alguna de las canciones, Cooper gana en matices y recupera en muchos momentos el sonido Flechazos.

Ya lo decía el propio Alex hace unos meses, con motivo del lanzamiento de “Tiempo, Temperatura y Agitación”: la gira de 2016 había despertado en él las ganas de retomar los estribillos claros y las composiciones directas, convirtiéndose el nuevo disco en el eslabón perdido entre Cooper y Los Flechazos. Segunda buena noticia: de la mano del jovencísimo Conrado Martínez ha nacido una estrella a la batería, y así el grupo demuestra una vez más su capacidad de reemplazar las piezas que hagan falta, con tal de que todo vuelva a empezar, año tras año. Al propio Alex se le vio más feliz y relajado que en otras ocasiones en Barcelona, que él insiste en considerar como la plaza más difícil: anunció el cumpleaños de algunos de los asistentes (como el de su sobrino, encargado del merchandising); agradeció la presencia de los que habían acudido desde Valencia o San Sebastián; a los que no pudimos verlo hace un par de años nos regaló con algún tema de Flechazos (“Atrapado en el tiempo”), y sobre todo, hizo que tanto las nuevas canciones de Cooper (“Ya llegó el verano”, “Infinito” o “Islandia”) como las no tan nuevas (“Arizona”, “Entre Girasoles”, “Hyde Park” o “Rabia”) sonaran potentes y radiantes. Otra noche memorable, entre amigos, y en mi opinión, la mejor versión de Cooper hasta la fecha.

Texto: Alex Fernández de Castro

Foto: Carla Nogera

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