El ánimo que infundían las escasas 50 personas en la sala era más bien poco, y sin embargo, el guitarrista de 28 años salió pasados los 5 minutos de la reconocida puntualidad británica con el empuje del profesional que lleva toda una vida labrándose su carrera. Anytime You Need Me era el álbum a presentar, pero arrancó con la animosa «Let’s Go Upstairs», puro buen rollo en forma de blues orientado al pop, pero también soul y funk. Frío y seguramente aquejado por su 13ª noche consecutiva de gira por el Estado, se le veía toser entre canción y canción, algo que no cortó su voluntad de crear un vínculo con los presentes.
Resfriado o no, no hubo un solo fallo vocal a lo largo de su repertorio, que incluyó la interpretada por Freddie King, «Have You Ever Loved a Woman», y una dedicatoria especial a Gary Moore, su principal influencia, en forma de «Time Might Never Come». Muy dialogante, amable –o como dirían en mi pueblo, “echao p’alante”–, presentó a la banda: James Hartley al bajo, Chris Hardwick a la batería, y Joe Mac al teclado, con quien mantuvo un lúcido diálogo al cierre de «Stay At Mine», guiño a «Smoke On the Water» incluido. Puede que su voz sea demasiado académica, melódica, y sólo tal vez, plana, a la que sin duda le faltan unos cuantos cientos de miles de paquetes de tabaco y botellas de whisky, pero es con su guitarra con la que transmite, en picos de desacomplejada inspiración, lo que ésta cada vez menos joven promesa del blues es capaz de hacer.
Y es que, si su música es más disfrutable en directo que en plástico, de su simpatía y ganas de agradar, mejor ni hablar. Después de 2 horas de actuación –¿he dicho ya que para 50 personas?– se dedicó a fotografiarse, charlar, firmar y saludar a todo aquel que tuviera interés por ello. Con todo, hace que a uno le dé por pensar qué estaba haciendo a sus 28 años, o si era la mitad de simpático. De si tocaba así de bien la guitarra… de eso sí que es mejor no hablar.
Texto y foto: Borja Figuerola