Encuentros

Walter Trout, «el blues tiene que expandirse y crecer»

Foto: Marco-van-Rooijen

 

Walter Trout tenía 16 años cuando conoció a B.B. King en una tienda de discos de New Jersey. Se le acercó para pedirle un autógrafo presentándose como un joven que quería aprender a tocar blues. King, lejos de firmarle el papel y darle puerta, lo invitó a sentarse y habló con él durante una hora. Aquella charla inspiró tanto a Walter, que poco después se trasladó a Los Ángeles para iniciar su carrera. Este mes inicia una nueva gira que le llevará a: 7 de noviembre en Madrid, Sala Mon; 8 de noviembre en Valladolid, Sala Porta Caeli; 9 de noviembre en Barcelona, Sala Apolo 2; 10 de noviembre en Zaragoza, Las Armas; 11 de noviembre en Pamplona, Zentral.

En sus primeros años tocó para hombres como John Lee Hooker y Joe Tex, hasta pasar a formar parte de Canned Heat en 1981. Aquel adolescente se había convertido en un joven blues-man en su veintena, cuando John Mayall lo descubrió y lo reclutó para sus Bluesbreakers durante cinco años. Pero no todo era camino de rosas en el sueño cumplido de Walter, pues fue después de una profunda conversación con Carlos Santana que reconoció que tenía un problema con el alcohol.

En 2013 fue diagnosticado de cirrosis hepática. Walter pasó 8 semanas postrado en cama en un proceso en el que perdió peso, la habilidad del habla, y dejó de reconocer a sus seres queridos. Su nombre entró en una lista de espera para un trasplante de hígado que llegó gracias a un donante, y a la inestimable ayuda de su mujer y de sus fans, que participaron en el pago de facturas hospitalarias hasta entonces. Después de dos operaciones, Walter Trout emprendió el camino de regreso a casa; es decir, reaprendió, de cero, a tocar la guitarra. Battle Scars (2015) es una cronología de aquellos días que le valió dos premios Blues Music Awards.

Hoy, Walter Trout, siempre afable, cercano y familiar, sigue cumpliendo su sueño, agradecido, como lo demuestra su último elepé, We’re All in This Together (2017), una colección de 14 canciones en la que aparece rodeado de amigos y compañeros de un viaje que dura ya más de 40 años. Y por muchos más. De su anterior álbum de colaboraciones, Full Circle (2006), sólo repiten su mentor John Mayall y el inagotable Joe Bonamassa.

Lo primero es lo primero: ¿podemos celebrar que estás completamente recuperado de tus problemas de salud?

Sí, por favor, celébralo conmigo. ¡Ahora disfruto cada día más que nunca! Estoy muy agradecido de estar vivo. Acercarse tanto a la muerte es algo que no deseo a nadie, y sin embargo, debo decir que ha sido una sorprendente llamada de atención para encontrar alegría y gratitud en tantas cosas cotidianas que solía dar por sentadas.

Foto: Lotte Schrander

Hablando estrictamente de We’re All In This Together, ¿cómo fue el proceso de escribir cada canción para cada músico?

Para mí lo importante a la hora de escribir cada canción era que se ajustara a las habilidades del músico que tenía en mente para tocarla. Pero también quería que les supusiera un desafío, obligándoles a tocar algo que, de algún modo, resultase inesperado o fuera de su zona de confort. Aunque he de decir que cuando se trata de músicos de este calibre, nada es difícil para ellos. Creo que se trata más de encontrar una perspectiva nueva y fresca para el oyente. Algo que le haga escuchar a su artista preferido de una manera diferente, o que le muestre un nivel de apreciación distinto. Hay que sacarle punta a la canción.

¿Cómo hiciste la lista de músicos con los que tocar en el álbum?

Tengo la suerte de poder llamar «amigo» a cada uno de estos excelentes músicos. Me los iba encontrando en conciertos y festivales después de mi recuperación y les contaba la idea que tenía de grabar en algún momento este álbum como si fuera una gran «jam session». Hasta que me di cuenta de que tenía una lista larga de músicos que estaban dispuestos para tocar conmigo. Y entonces simplemente se hizo. Por supuesto, también hubo otros tantos con los que querría haber contado, pero por motivos de logística y plazos no pudo ser.

Vuelves a trabajar con Eric Corne, ¿qué le convierte en tu hombre?

Eric y yo trabajamos juntos como compañeros. Tiene un gran oído y es capaz de crear los sonidos que quiero en el estudio.

La mayoría de las canciones se grabaron a distancia, háblame de las que no. ¿Cómo fue grabar con Bonamassa?

 Joe vino al estudio y montamos la banda. Me animaba mucho la idea de tocar con él de nuevo. Lo habíamos hecho en un álbum anterior, Full Circle, hace muchos años. Joe y yo nos llevamos muy bien, solemos realzarnos el uno al otro con el instrumento. La canción salió rápidamente, hablamos sobre quién toca y canta qué y cuándo, y después simplemente la interpretamos. Creo que muchas veces es contraproducente seguir retrocediendo y repitiendo lo mismo, así que la dejamos tal cual quedó en la primera toma. ¡Lo que se escucha en el álbum es el ensayo!

Precisamente, de Full Circle también repite John Mayall, uno de tus mentores.

 John acababa de grabar un álbum y lo trajo al estudio para que lo escucháramos. Estaba muy contento y orgulloso de su trabajo, ¡es genial ver a un hombre con sus más de ochenta años que aún está creciendo como músico! Después le puse la canción que había escrito para él unas cuantas veces y se animó a tocarla. Hicimos una toma, pero John quiso probar algo con un enfoque diferente, que por otra parte estaba lleno de emoción. Ésa es la usamos.

Una de las grabaciones más especiales debió de ser con tu hijo Jon…

Mi hijo Jon ha trabajado con mi banda como manager de gira, ¡pero resulta que también es un gran músico! Ahora mismo está en Noruega, formándose como piloto, pero en ese momento decidimos escribir una canción juntos. Así que nos sentamos en la cocina una mañana a tomar café y se nos ocurrió la canción. Vino al estudio y la grabamos. Era la primera vez que cantaba y tocaba en el ambiente frío y estéril de un estudio profesional, con lo que al principio estaba algo tímido. Pero no tardó en soltarse y hacerlo de la hostia. Estoy muy orgulloso de mi niño.

¿Cómo desarrolló su faceta musical?

Siempre he esperado que mis hijos se interesaran por la música. Le dije a mi esposa cuando estaba embarazada del primero que quería que nuestros hijos conocieran la historia del rock’n roll y el blues. Pero nunca me senté con ellos a enseñárselo como en una clase de colegio. Sólo les hablaba sobre ello, ponía música en el coche y en casa, y poco a poco todos han ido encontrando su propio camino. Nunca les he dicho que un tipo de música era mejor que otro. Son ellos los que recorren su propio viaje, y de esta forma tenemos todavía más de qué hablar. Mis hijos me ayudan a escuchar bandas y artistas nuevos todo el tiempo, y yo les ayudo de vez en cuando a descubrir algo.

Sé que eres hombre de una sola guitarra. ¿Qué puedes contarme sobre tu Stratocaster?

Tengo una vieja Stratocaster que ha aparecido en la portada de varios de mis álbumes, pero que ahora se queda en casa. La que he estado tocando los últimos ocho años, más o menos, es una guitarra hecha a medida. El cuerpo lo construyó Scott Lentz, un luthier de San Diego. Las pastillas me las hizo a mano mi buen amigo Seymour Duncan, y le puse un mástil que me gustaba de otra de mis guitarras. Se toca y suena genial, pero además es muy ligera, que es algo muy importante cuando llegas a mi edad después de llevar una guitarra al hombro durante más de cincuenta años.

El nombre del álbum, además de representar esa fiesta de amigos reunidos para tocar blues, parece una súplica por la unión de la sociedad en un momento en que los políticos insisten en dividirnos. ¿Qué tan libre es esta interpretación?

¡Es totalmente correcta! Estoy muy cansado del tribalismo en política. Estoy harto de que las personas se etiqueten unas a otras cuando no están de acuerdo. Hay que darse cuenta de que, si no cooperamos, fracasaremos. La cooperación y el compromiso son imposibles cuando no hay diálogo; es la única forma de abandonar los extremos.

¿Cómo te sientes cuando piensas en el futuro del blues?

Siento que hay muchos jóvenes músicos llenos de talento que están tocados por el blues. Mi generación sólo duraremos el tiempo que nos queda, y no es mucho; ellos son el futuro. Creo que es importante que aprendan de los maestros del blues y su tradición, pero para que luego lo hagan suyo. No podemos mantener vivo el blues si lo ponemos en un museo. Tiene que expandirse y crecer.

¿Cuáles son tus planes de futuro después del tour?

 El año que viene lanzaré dos discos. Estoy grabando el primero ahora mismo, y el segundo será muy pronto. Es un proyecto muy emocionante que nuestro sello anunciará en breve. Me encanta hacer música, me encanta tener canciones frescas para mí y para la banda. Después haremos una gira que espero que nos devuelva a España. Tengo un par de músicos nuevos en la banda con los que he estado grabando, que también traeré conmigo en directo. Mi enfoque ahora es continuar expandiéndome como músico y como intérprete en directo, para continuar llegando al corazón de mi público. Quiero sentir que cada canción que me inspira, puede inspirar a otros. No quiero quedarme ahí parado tocando un recital de memoria. Al fin y al cabo, la música es una forma de comunicación. Pues yo espero mantener mi lenguaje musical fresco y emocionante para mí, pero también para los demás.

 

Texto: Borja Figuerola

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