Encuentros

Dr. Maha’s Miracle Tonic, cuando el pasado dibuja el presente

Quien crea tener clara la imposibilidad de encontrar similitudes entre Bilbao y las llanuras de la América profunda por donde transitaban las caravanas de vendedores de productos milagrosos, primero debería de darle una escucha a Dr. Maha’s Miracle Tonic. Esta banda proveniente de la capital vizcaína, y con origen en proyectos musicales eléctricos y de estilística contemporánea, acumula sonidos tradicionales estadounidenses de la época de preguerra, ya sea swing, jazz, blues, e incluso ciertos ritmos alejados de las fronteras anglosajones, como ingredientes válidos para ofrecer un elixir que no oculta ningún engaño.

Ahí están sus dos discos, el más reciente Bank Robbers fechado a finales del 2016, para demostrarlo. Es precisamente este trabajo, en el que mejor se refleja la personalidad de la formación, quien les tiene desde su publicación sobre los escenarios, ofreciendo un show tan teatral como impoluto instrumentalmente hablando. Ahora, dicho espectáculo hará escala en suelo catalán durante el fin de semana que va del 12 al 14 de octubre, haciendo paradas en el Marula Café de Barcelona, de la mano del colectivo A Wamba Buluba, Nova Jazz Cava de Terrassa y el Cafè del Teatre de Lleida respectivamente. Aprovechamos esa inminente llegada para remontarnos décadas atrás, pero sin perder el pie del presente, de la mano de varios de sus integrantes como son Nerea Alberdi (violín y coros), David Sánchez (guitarra acústica y voz principal) y Daniel González (contrabajo y coros).

Ahora mismo la banda está formada por un quinteto en el que imagino hay diversas personalidades e influencias musicales, ¿es siempre positiva esa diversidad?

Sí y no. Por un lado un grupo de distintos perfiles y distintas influencias es muy enriquecedor. Por otro esto da lugar a muchas discusiones interminables y poco productivas sobre cómo ha de ser o no ser la música. Que si ese arreglo es poco de género, que si déjate de géneros, si mola mola, ese punteo es demasiado setentero para este boogie-woogie, ¡qué cojones, este punteo mola muchísimo y no lo cambio! Pero en general, sí, enriquece y huelga decir que todos tenemos influencias comunes y cierto regusto por lo añejo.

A la hora de pensar en canciones, apartáis conscientemente planteamientos más contemporáneos que quizás os puedan surgir o vuestra mente ahora mismo piensa de forma natural en esas formas “retro”?

Hemos escuchado tanta música de los años 30, 40 y 50, que la tenemos muy interiorizada, pero no dejamos de ser una banda de nuestra época. Es obvio que nuestras canciones están muy influenciadas por la época en la que el jazz era música popular y el rock ‘n’ roll todavía no había irrumpido, pero muchas de las armonías, las melodías y las estructuras de nuestros temas tienen elementos posteriores que no tendrían cabida en los años 40. No somos un grupo purista del género. Hacemos música de autor desde nuestro prisma de 2018, con mucha influencia del pasado.

¿Esa es la manera precisamente de resultar personales e identificativos en el momento presente pese a todas esas influencias clásicas?

Somos un grupo bastante singular dentro del panorama actual, así que tenemos una voz muy propia y una identidad muy clara que nos distingue de la mayoría de bandas del amplio espectro del pop-rock. También nos distinguimos de los grupos de género, porque si bien mamamos mucho del western swing, del rhythm&blues y del jazz, nos movemos siempre en un eclecticismo que como decíamos posee influencias y elementos de muchas épocas y estilos. Esto no solo influye en nuestras composiciones musicales sino también en el sonido de nuestros discos, que se graban y mezclan con técnicas de entonces y de ahora.

Una variedad de sonidos la que muestra vuestro último trabajo, Bank Robbers, que no está exenta de una procedencia no anglosajona, ¿diríais que en aquellas épocas había menos miramientos para tomar prestadas todo tipo de influencias?

Nuestra música es variada en cuanto a ritmos y estilos porque tomamos de aquí y de allá, en cuanto a épocas y a lugares. No creemos que los músicos de los 30 y de los 40 tuviesen mucha influencia de la música extranjera, sencillamente porque el acceso a música extranjera era tremendamente complicado para las bandas de entonces. Hoy en día es fácil, así que nosotros podemos hacerlo, y así mezclamos el latin con el western swing, con la música napolitana o el rock’n’roll. En aquel momento cada estilo se encuadraba en un momento y en una región o estado específicos.

Otra de vuestras características particulares creo que es añadir un toque divertido, juerguista y con cierto sentido del humor a vuestro sonido, ¿es algo indispensable en vuestra manera de entender la música?

Indispensable no, pero sí tenemos la sensación de que muchas bandas actuales son un catálogo de mentes atormentadas, oscuridad trascendental y postureo penurias. La comedia está muy desestimada en estos días que corren, y nosotros somos grandes fans del humor. Lo cierto es que en la música de esos años pre-rock&roll el cachondeo y el espíritu novelty estaban a la orden del día. A veces el humor era mero humor; otras un envoltorio que ocultaba un mensaje picante, político o personal, pero sea como fuere, la música era más alegre, más guasona y más socarrona. ¡Y eso, mola!

¿Y tiene que ver en ese aspecto la relación de amistad que hay entre vosotros o podríais ser capaces de sin ella ofrecer esa misma cara?

Tenemos la suerte de conocernos desde hace un montón de años, algunos desde siempre, y antes que una banda somos amigos. La amistad ha sido clave para que este proyecto perdure en el tiempo, porque nos hace sentir la banda como algo de corazón y no como un mero ingreso monetario. Si no fuéramos amigos es probable que Dr. Maha se hubiese disuelto en algún momento un poco arduo, que los ha habido. La amistad nos ha unido aun teniendo perfiles musicales muy distintos, y es una suerte porque esa variedad enriquece mucho nuestra música. Y aunque somos músicos profesionales y podríamos ofrecer un show similar si fuésemos mercenarios, la amistad nos da en el escenario ese plus de complicidad, de haber tocado juntos mil veces, de captarnos al vuelo. Sobra decir que motiva mucho más ir de gira con amigos que con compañeros de trabajo, aunque eso sí, a cuenta de la jodida amistad discutimos de lo indiscutible. Dónde hay confianza, ya se sabe…

Lleváis en gira presentando vuestro último disco desde finales de 2016, ¿alguna vez se cae en cierta monotonía a la hora de repetir el mismo “show” o precisamente presentaros con un espectáculo como el vuestro evita la rutina?

Es cierto que las canciones pueden perder frescura a medida que empiezan a estar manidas, el espacio a la improvisación, la adrenalina de cada directo, y el ir incluyendo temas nuevos con bastante asiduidad, mitigan bastante esa sensación de monotonía o de rutina. Hay que intentar vivir cada concierto como si fuese único.

En este tipo de directos como el vuestro que escenifica un show, ¿cómo se calibra la parte del espectáculo y la de la técnica?

Nos ha llevado mucho tiempo, años, percatarnos de lo sumamente importante que es el espectáculo. Y no porque nuestro espectáculo tenga tintes teatrales, con espectáculo nos referimos a cualquier concierto del tipo que sea. Con esto no queremos decir que le demos más importancia que a la técnica ni muchísimo menos, pero lo cierto es que el orden de las canciones, la actitud en escena, a dónde se dirige la mirada entre tema y tema, el atuendo, el tiempo para el aplauso, son decisiones y actitudes primordiales a la hora de enganchar al público. La construcción del show de principio a fin es crucial para hacer un buen directo. Por muy bien que ejecutes, si el frontman habla inseguro, los músicos van vestidos hechos un cristo y el orden de las canciones no está bien pensado, es probable que pierdas a la gente a partir del tercer o cuarto tema.

Si se puede decir, ¿hay planes recientes para un nuevo disco, o habrá que esperar todavía como ha pasado entre el primero y este segundo?

A principios de 2019 presentaremos un EP muy bailongo, y aproximadamente en las mismas fechas comenzaremos a grabar nuestro próximo largo que calculamos verá la luz a finales de 2019.

¿Hay tiempo cuando se está en una gira casi constante para desconectar de las canciones que tocáis y dedicaros a  pensar en nuevas?

En los meses que dura la gira el set list de los conciertos suele estar muy rodado, así que los ensayos suelen estar orientados a preparar temas nuevos. Además los viajes son un hervidero de ideas.

Parece evidente que hay un auge muy claro a todos los niveles de los sonidos tradicionales norteamericanos, ¿lo veis como una moda o verdaderamente el descubrimiento de todo lo que pueden aportar esos géneros?

El tiempo dirá si es una moda. Las tendencias cambian muy rápido, y lo que está arriba en un momento puede pasar a ser denostado poco después. Lo cierto es que no solo la música de raíz americana, sino muchos géneros específicos tienen ahora más cabida porque la red permite el acceso a todo tipo de música y a gente de gustos peculiares conectarse entre sí. Si por ejemplo eres un amante de la polca checa seguro que puedes encontrar compinches. De todas maneras los sonidos tradicionales norteamericanos siempre han estado ahí. Las bandas de los 60 y de los 70 también mamaron mucho de la música de raíz, que no solo puede aportar, sino que constituye el origen del rock. Sea como fuere a nosotros esta reciente moda del swing nos ha venido muy bien, la verdad sea dicha.

¿Creéis que la música tiene la capacidad de funcionar como un “tónico milagroso” verdadero para afrontar la vida o al final solo funciona como un placebo temporal?

¿Sonidos y silencios ordenados de determinada manera, que hacen vibrar moléculas de aire, y que modifican el estado de ánimo de las personas? No sé yo…

 

Texto: Kepa Arbizu

 

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