Encuentros

Brian Wilson, ¡gracias a usted señor!

El único superviviente de los hermanos Wilson, The Beach Boys, vivía en 2005 una segunda oportunidad gracias a su regreso a los escenarios y a la regrabación del legendario Smile. Pero Brian no estaba totalmente entre nosotros, seguía en su propio mundo, medicándose a diario, protegido por una banda que, en directo, tapaba sus vacilaciones y desafinados. Triste-pero-feliz, como su música inmortal.

Y además, ¡Exclusiva surfera! le confesó a Ignacio Julià sus diez canciones favoritas de Beach Boys. Descúbrelas en:

https://www.facebook.com/534112650004224/photos/a.550041848411304/2033150350100439/?type=3&theater

‘’No le deis la mano. No es nada personal, solo que Brian no quiere ponerse enfermo en plena gira’’, anuncia el joven asistente personal del genio antes de que una docena de elegidos pasen, de tres en tres, a por su autógrafo y su instantánea con el mito. Wilson firma portadas de Pet Sounds y Smile sin atisbo de complicidad, como un autómata, y las fotos resultantes bien podrían ser producto de una visita al museo de cera. Brian está y no está; es su ayudante quien debe sortear los embrollos autistas. Como cuando una chica tatuada, que se anuncia representante local de Warner, le presenta un ostentoso libro sobre Gaudí y Wilson responde cabizbajo, pero convencido, que él solo autografía sus propios productos. ‘’¡Es un regalo, Brian!’’, intercede el fiel escudero showbiz. ‘’Quedará muy bien en tu salón de Los Angeles’’.

Minutos antes yo sí he podido estrechar su mano, sin que se rompiera la burbuja en la que parece residir este hombre enfermo, hoy devuelto a los escenarios por su asociación con los benditos Wondermints. Responde a mis preguntas como un niño grande que ha memorizado la lección y se apresura a regurgitarla para así poder volver al recreo sin demora. Pero no es solo un ser humano erosionado por las drogas —como se afanan en comentar los periódicos antes y después del concierto—, sino una psique resquebrajada por una infancia atroz y una sordera que le aisló para siempre en su propia mente. Insiste en que me siente a su izquierda, para escucharme por su oído bueno, pero no profundizará en mis inquisiciones sobre Smile, el legendario proyecto junto a Van Dyke Parks grabado en 1966 y archivado [hasta su edición en 2011], hoy editado en una adaptación contemporánea que desvela sus aciertos —canciones ya clásicas como «Heroes and Villians», «Surf’s Up» o «Good Vibrations»— y defectos: ese tono de trasnochada opereta abstracta de algunos interludios.

Es lo malo de los espectros míticos, que quedan a merced de la decepción cuando finalmente se materializan. No así la presentación en vivo de su material más conocido, que pudo disfrutarse en varias ciudades españolas [en julio de 2005]. Conciertos celebratorios de un corpus artístico indestructible, populista y terrenal pero de una sublime polifonía que tiene algo de divino, resucitado por una orquesta que ama el material interpretado, camuflando cariñosamente los lapsus del ídolo.

¿Por qué se ha tardado tanto tiempo en completar Smile?

Porque en la época nos dimos cuenta de que se adelantaba demasiado a su tiempo. Finalmente, en 2004, pudimos acabarlo y publicarlo…

¿Por qué no utilizar las grabaciones antiguas?

Quisimos hacerlas incluso mejores…

¿Crees que la tecnología actual era mejor para el proyecto?

Sí, sí…

¿Utilizasteis tecnología punta o sistemas analógicos?

Hmmm… no… usamos tecnología digital y pro-tools.

¿Cómo diste con esta fantástica banda de acompañamiento, The Wondermints?

La encontré en un club, en los noventa. Fue en el 96, o el 97, tocaban canciones de los Beach Boys. Al terminar la actuación fui a verles y les pregunté si querían ser mi banda. ¡Dijeron que sí! El resto es historia…

¿Estaban preparados para la labor?

Sí, lo estaban, ¡se sabían todas mis canciones!

Pero tuviste que afinarlos, supongo…

Sí, ensayamos un par de meses para montar nuestra actuación.

En los documentales publicados en DVD se advierte que sigues dirigiendo a los músicos…

Con mi único oído, el izquierdo…

Aún así, conservas intacto tu sentido musical…

¡Oh, claro! Me gusta cantar, creo que cantar es bueno, una expresión de amor.

¿Cuan difícil fue crear esa música maravillosa con solo un oído?

Bueno, no escuchó el estéreo, oigo la música como si hablara con alguien por teléfono.

¿Piensas en tus hermanos Dennis y Carl cuando subes a escena?

Pienso en ellos cuando interpretamos «God Only Knows» y otras canciones. Sí, pienso en mis hermanos.

¿Cómo te sientes cuando ves entre el público a tanta gente joven?

Me siento orgulloso de que la gente joven venga a verme, pero no sé si les gusto o no. Sonríen como si yo les gustara, pero no lo sé realmente…

¿Y cuando alguien dice que Pet Sounds es una de las mayores obras musicales del Siglo XX?

Digo: ¡muuuchas graaacias, aprecio el cumplido!

¿Pensaste cuando lo grababas que sería tan recordado?

Sí, lo pensé. Pensé que duraría mucho, mucho tiempo. Hasta el 2005 por lo menos…

Tuviste que luchar por ese disco…

Sí, con mi discográfica. No les gustaba esa música y tuve que pedirles por favor que la publicaran. Les dije que era muy buena música.

Cuando «Good Vibrations» se convirtió en un éxito internacional debieron darte la razón…

Sí, sí…

¿Cómo se concilia, en tus canciones, un elevado nivel de euforia con ese también elevado nivel de melancolía?

Hmmm… Pet Sounds es la tristeza, Smile la felicidad… Uno es triste, el otro feliz.

¿Estás escribiendo o grabando nuevo material?

En este momento, no. Lo haremos dentro de un par de meses.

Así que habrá un nuevo álbum de Brian Wilson…

O uno de Beach Boys…

¿Es posible un nuevo disco de Beach Boys?

Eso espero…

Brian Wilson con Ignacio Juliá

¿Con tus antiguos compañeros?

No, no, ellos grabarán el suyo y yo el mío. Será un disco muy, muy bueno.

¿Qué recuerdos conservas de tus primeros años en Hawthorne?

Los recuerdo perfectamente. Todavía conservo mi bajo de entonces.

¿Cuanto del mito surfista es cierto?

Yo no hacía surf, no sabía hacer surf, nunca supe hacer surf…

Dennis y Carl sí sabían…

Sí, ellos eran buenos surfistas.

Tú sólo formabas parte de aquella escena.

Sí, sí…

¿Cómo te va en tu vida privada?

Muy bien, mejor que nunca. Hemos tenido otro niño…

¿Y las giras, son duras para ti?

Un poco, pero no demasiado. Y son tan satisfactorias.

Debe ser bueno comprobar cada noche cuanto se te quiere…

Sí, sí, aprecio ese amor. ¡Me encaaanta…! De verdad.

Cuarenta años después, ¿quién fue mejor, los Beatles o los Beach Boys?

Yo diría que los Beatles.

Paul McCartney diría los Beach Boys.

Sí, él diría los Beach Boys, pero yo digo los Beatles.

¿Por qué?

Porque eran buenísimos, grandes compositores.

Me soplan que te pregunte qué haces en tu tiempo libre…

Me gusta salir a cenar a un restaurante.

¿Qué clase de cocina?

Italiana.

Gracias por tu tiempo, Brian…

¡Gracias a usted, señor! Disfrute del concierto…

 

 

Texto: Ignacio Julià. Publicado en Ruta 66, nº219, septiembre de 2005.

 

 

 

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