Discomático

The Chills – Snow Bound (Fire-Popstock!)

Resultado de imagen de The Chills - Snow BoundJunto con The Clean y The Bats, The Chills son el tercer vértice del triángulo que mejor representó el Dunedin Sound, aquella exuberante escena neozelandesa de los años ochenta que fue una de las principales fuentes de alimentación para las posteriores bandas de rock alternativo e independiente. Cuando The Chills decidieron zanjar el asunto nos quedó ese regusto amargo porque sabíamos que echaríamos de menos las canciones de Martin Phillipps. Casi dos décadas después, en 2015 publicaron Silver Bullets y pudimos comprobar que aquel magnetismo y capacidad de atracción seguían intactos. Snow Bound —es curiosa la fijación que tiene por titular los álbumes con las letras S y B— confirma que no fue fruto de la casualidad: tienen una habilidad especial para crear un tipo de belleza sin esfuerzo aparente. De personalidad compleja —en los noventa sucumbió ante una depresión y una adicción a la aguja—, quien haya seguido de cerca la trayectoria de Phillipps habrá observado que es un gran letrista. Superados los cincuenta, en este disco reflexiona enojadamente al ver que por todo lo que luchó su generación no ha servido para nada. Y peor: comprueba que para los jóvenes las opiniones de las que peinan canas ya no son relevantes. La música es muy sencilla: guitarras ligeras, baterías concisas y un órgano que proporciona textura, sin embargo bajo esa aparente espontaneidad se abre un universo sonoro que hace las delicias de los que les gusta el pop con poca ornamentación, el auténtico protagonista en la música de The Chills. Alguien escribió una vez que “suenan casi como la encarnación musical del otoño”. Clavado.

 

MANUEL BETETA

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