Voivod nunca han sido una banda del montón, o dicho de otra manera, siempre han sido una banda especial, con lo cual era normal que la sala del barrio de Poblenou presentara una buena entrada y que hubiera una excitación especial en el ambiente.
Con el publico llenando poco a poco al recinto salieron al escenario los encargados de abrir la velada; los griegos Nightrage. Solvente combo de death metal melódico que entretuvieron y pusieron las pilas al personal. Presentaban su último trabajo The Venomous del que cayeron algunas piezas, lo hicieron bien, pero hay que reconocer que dentro de la abigarrada escena del death metal melódico no aportan un plus que les haga destacar por encima de otras formaciones similares. En resumidas cuentas voluntariosos y sólidos, un buen aperitivo.
Y si con Nightrage la gente ya mostraba algarabía con los canadienses Voivod se desató la locura. Pocos como ellos hay que puedan llevar las etiquetas de banda de culto, seminal y transgresora como bandera. Voivod como grupo son un hecho diferencial, su público lo sabe y les quiere por ello. Por eso no es de extrañar que desde el primer momento que salieran al escenario el público se volviera tarumba, haciendo continuos mosh pits y subiendo al escenario para poder abrazar a sus ídolos. Además el motivo de presentación de esta gira es doble; por un lado celebrar sus treinta y cinco años como banda y por otro presentar su más reciente trabajo The Wake, publicado dos días antes de este concierto.
Curiosamente el recital no fue un ‘grandes éxitos’ al uso, sino que picotearon de casi todas sus etapas con alguna incursión en su material más reciente. Y es que daba igual lo que interpretaron, todas y cada una de las canciones acometidas fueron recibidas como maná de los cielos. «Technocratic Manipulators», «Cosmic Conspiracy» o «Always Moving» fueron algunas de las piezas interpretadas y que definieron a la perfección el estilo de Voivod, ese que nada entre todo lo que se les ponga por delante; thrash metal, rock alternativo, hardcore, psicodelia…
Y como siempre y a pesar de la supuesta seriedad de su propuesta no falto el humor sobre las tablas y una entrega a prueba de bombas. La banda con su falta de pretensiones estéticas no dudo en distendir el caldeado ambiente con divertidos amagos a Elvis Presley o a Guns N’ Roses. Ochenta minutos de autenticidad contrastada sobre las tablas con tarta incluida (cumpleaños de uno de los pipas) y con final a toda mecha con el feroz tema que da nombre a la banda y un único bis con la trepidante «Overreaction» que dejó al público absolutamente derrengado. No son los que tienen mejor imagen, ni los que mejor posan, pero bandas como ellos pocas quedan, sin duda el secreto metálico mejor guardado, tanto en disco como en directo.
Texto: Xavi Martínez
Fotos: Josep Mª Llovera
