En una entrevista unos meses atrás le preguntaban a Andrew McGibbon Jr., guitarrista y cincuenta por cierto de The Bonnevilles, cómo definiría su música a alguien que nunca les hubiera escuchado, a lo que este respondía con un escueto “garage punk blues”. No hay más preguntas, señoría.
Y menos aún tras disfrutarlos en directo la otra noche en Barcelona, en su debut por estos lares justo cuando se cumplen diez años de su nacimiento. Blues distorsionado y enlodado, disparado desde el escenario a través de las seis cuerdas de McGibbon y la versatilidad rítmica de Chris McMullan en un formato –el de guitarra-batería- que ofrece pocos refugios y disfraces si no se tiene detrás un cancionero sólido. Pero The Bonnevilles lo tienen.
Sobrios y elegantes en interpretación e indumentaria, los de Lurgan (una pequeña localidad al sur de Belfast) dieron cumplida cuenta de lo más granado de su repertorio, con especial énfasis en los temas de Dirty Photographs, editado con Alive Natural Sounds el pasado marzo: «Panakromatik», «Fever Of The New Zealot» o el propio tema homónimo apuntaron una progresión lógica dentro de sus parámetros, confirmándolos en la liga de unos Black Diamond Heavies o unos Little Hurricane aun manteniendo su propia identidad.
Una identidad que no es que en estudio esté repleta de matices, pero sí un poco más pulida que en su crudo, a ratos casi visceral directo. En una ocasión alguien les tildó de “Hound Dog Taylor y RL Burnside usando el equipo de Black Sabbath”, y por lo que vimos recientemente en el Rocksound no andaba muy desencaminado. Esperemos que no tarden otra década en volver por nuestros escenarios.
Texto: Eloy Pérez
Foto: Sergi Fornols
