Hay cosas que no cambian y está bien que así sean. Como dicen los americanos, «no lo arregles si funciona». A Dan Baird solo se le puede achacar una formula algo gastada en los discos que viene publicando desde hace un tiempo, posiblemente desde que está al frente de Homemade Sin. Haciendo un rápido repaso, al álbum homónimo le sobraba minutaje; Circus Life brillaba con mayor eficacia en su totalidad; Get Loud destacaba por una crudeza inédita; pero sin embargo tanto en el reciente Screamer como en los anteriores Rollercoaster y So Low (éste acreditado a Dan solo) hay una repetición de esquemas alto preocupante. De acuerdo, es su estilo y no lo queremos cambiar, pero las canciones no son gran cosa, ese es el hecho. Claro, que el directo es otra cosa. De ahí la frase de entrada.
Mi percepción esta vez fue claramente distinta, pues por el lleno que presentaba la hermana pequeña de las Razz, no tuve más remedio que ver el concierto desde un lateral. Pero hey, sin problema. Pude ver la interactuación entre Warner E Hodges y Dan Baird con las guitarras, dos tipos que saben en cada momento cómo llenar el vacío que uno de los dos puede provocar por un motivo u otro. Complicidad le llaman.
Y sí, disfruté de Mauro Magellan, uno de los bateristas más fiables que haya dado el rock & roll en sus últimos 30 años de historia. Porque se agradece que Mauro esté ahí, imbatible y preciso, imprimiendo ilusión en cada uno de sus golpes. No quiero ver a Dan Baird (es un decir) sin Mauro. Realmente, la historia de Dan nunca hubiese sido la misma sin la presencia de Mauro. Él estaba en Georgia Satellites, en los primeros discos solistas de Dan, en las giras anunciadas como Heart of Georgia Satellites… Tan solo en los periplos de Dan junto a los Dusters o los Yayhoos Mauro se quedó al margen.
En cuanto a Baird, la leucemia no ha dejado rastro visible en su condición física. Hizo lo que siempre supo hacer: poner el lugar patas arriba. Ya lo decía recientemente: «Me encuentro igual de bien que cualquier puñetero ciudadano americano a mi edad».
Un tipo al que admiraba dijo en cierta ocasión algo así como «la gente se preocupa por saber quién es la banda que va a salvar el rock & roll, pero Dan Baird y los Homemade Sin lo salvan cada noche». La sensación es esa, que esta banda tiene un cofre enterrado y son sus guardianes, los protectores. Da igual lo que interpreten, ya sea cancionero Georgia («Railroad Steel» fue electrizante y la versión de «Sheila» fue la mejor que he oído nunca en concierto) o el material de la etapa American Recordings de Dan en solitario; provocan un sentimiento sin procedentes, pues da la sensación de que cada nota es importante, de que hay que sudar la camiseta en cada grito, estribillo, solo de guitarra y en cada golpe final. Jamás he visto nada parecido. No al menos en una banda con tantos años de carretera.
Créanme, la vida de estos tipos en gira no es placentera. Hay noches mejores que otras, pero las condiciones no siempre son las más favorables. Aquí no hay hoteles de cinco estrellas ni vuelos privados en la ecuación. Lo que encontramos es furgoneta, kilómetros a destajo, clubs sudorosos y de vez en cuando, una cama decente.
Dios salve a Dan Baird y a sus compadres. No me imagino un mundo sin ellos. No mi mundo al menos. Y antes de despedirme, ¿qué habrá sido de Keith Christopher? El bajista en esta ocasión era Sean Savacool, que a su vez había sustituido a Micke Nilsson. Pero Keith era más bueno y carismático que estos dos juntos. Un crápula, un alcohólico, un pobre desgraciado que perdió su puesto de trabajo en plena gira Española (¿2012?) por su incapacidad para compaginar oficio y ocio. Pero leñe, Keith era grande tanto en lo creativo como en lo escénico. Espero que haya ganado la batalla a sus demonios internos y pueda volver algún día al puesto que le pertenece.
PD: Acabo de enterarme de que Keith anda con la formación actual de Lynyrd Skynyrd. ¡Bravo por Keith!
Texto: Sergio Martos
Foto: Dan Baird
