La historia de Fantastic Negrito es cuanto menos curiosa. Siendo el octavo de quince hermanos, se convirtió en un hombre obsesionado con alcanzar el éxito musical de su adorado Prince, pero en lugar de eso cosechaba encuentros con la muerte prematura hasta que un atropello lo dejó cuatro semanas en coma. Años después volvió a hacer música, y su disco The Last Days of Oakland (2016) ganó el Grammy como mejor álbum de blues contemporáneo. Please Don’t Be Dead es su continuación, y la confirmación de que cuando dejó de preocuparse por qué era tendencia y qué no, encontró su camino. Y su sonido. Recordando en detalles a Blak and Blu (2012) de Gary Clark Jr., el álbum arranca de forma fenomenal con las brillantes «Plastic Hamburgers» y «Bad Guy Necessity», ambas con una intachable producción. Es a partir de aquí que las raíces blues disminuyen hasta apreciarse con cuentagotas, pero sin que ello sea una debilidad, solo algo a tener en cuenta. El álbum tiene piezas con groove («A Boy Names Andrew»), funk («Bullshit Anthem»), y otras que son simplemente muy buenas («The Duffler»), pero en términos generales, bastante menos de ese autodenominado punk-blues que tanto sorprendió. Sí, es menos fresco que su predecesor, pero no deja de ser una notable y más que interesante colección de canciones. Después de todo, si un artista como Chris Cornell (D.E.P.) decidió llevárselo consigo en su última gira en solitario, algo de diamante tendría este bruto superviviente. Y bruto debería ser interpretado aquí como halago.
BORJA FIGUEROLA
