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Festival Noroeste Estrella Galicia – A Coruña

 

Me gustan los festivales al aire libre, que involucran a la ciudadanía sin morralla mainstream sino caviar de calidad. Los que siguen la estela inicial del BAM, y además con alta presencia femenina. El jueves, una A Coruña calurosa -tras la tormenta del día anterior- recibió multitud de propuestas rock, también de locales como Nortones (especie de M Clan gallegos, ya sabéis, la mclanmanía se extiende por todos los lares, pero la defienden dignamente). María Arnal y Marcel Bagés, en el mágico Castelo de San Antón, demostraron que las bases de la socialdemocracia no se centran solo ‘en romanticismos’, como afirmaba María, sino en canciones al servicio del pueblo que recrearon una atmósfera de tensa belleza, envolviendo las murallas del recinto. Melodías que desmontan tabúes de nuestra democracia, y recuerdan incluso a milicianas como la comunista Marina Ginestà.

A la misma hora que ellos (por desgracia para servidora, que tuvo que correr para verlos en acción) estaban Capsula en el escenario Campo da Leña. Juraría que sufrieron un poco con el sonido, pero con todo el oficio que tienen tiraron de repertorio (‘Santa Rosa’, ‘Wild C’, ‘El Infierno’) y convencieron: está claro que el norte les quiere.

Maika Makovski

Las tierras gallegas también veneran a esa, afortunadamente, indomable criatura llamada Maika Makovski. Apareció a la guitarra, voz y piano, instrumento este último que aun no sabemos si toca o aporrea magistralmente, cual tren a punto de descarrilarse. Solo ella puede, en un mismo concierto, guiñar el ojo al cabaret-punk y a un Tom Waits siempre en sus venas para de repente pasar a cantar ‘The time of my life’ de Dirty Dancing: Versatilidad.

Ana Curra, más cerca cada día de ser la Nina Hagen de La Movida, desgranó clásicos y novedades en su repertorio como ‘Tres tristes yonquis’, sin olvidarse de ‘Sangre’ o ‘Quiero ser santa’. Y las meigas le guiñaron un ojo a la hechicera del punk gótico hispano. El viernes matinal despuntó gracias a la chilaba del cantante de Mohama Saz: free jazz-rock y tintes arábicos muy a tener en cuenta, tanto como la maestría de unos británicos Temples recién caídos en una envolvente marmita de ácido psicodélico.

De Belle and Sebastian, aunque no sean carne rutera, decir que tienen en el escocés Stuart Murdoch a un excelente frontman. Lo demostró con creces haciendo bailar en el escenario a su público, algo que ya se ha convertido en un clásico. Sonaron además temas como ‘Get me away from here, I’m dying’, o ‘If you are feeling sinister’, apelando así a la nostalgia del indie noventero.

Núria Graham

Y para frontwoman, y de las que dejan sin aliento, nadie como la catalana Núria Graham: oficio clásico y clase poco frecuentes en su edad, aunque mereciera un escenario mejor. Una hora antes, nos desperezábamos de la resaca del viernes con esa suerte de Martirio con camiseta del supermercado Dia y falda de faralaes llamada Juana Chicharro.¡Menudo personaje! No sabemos ni si realmente es de Vallecas como dice, pero su garage punk pop carece de prejuicios. Así, pasaron de una versión de El Último de la Fila a otra de la Velvet, con letra adaptada a su gusto, claro. No preguntéis, porque sigo procesándola.

Como sigo pensando en cómo encajar lo de Esteban y Manuel: ya sabemos que sólo quieren hacer bailar a la gente con su cumbia aderezada con ese instrumento del mal llamado autotune, pero desde luego no se lo toman a broma: aquí hay horas de ensayos. Digamos que a una rutera le cuesta digerir estas estampas musicales pero ojo, que no hay que desmerecer el oficio de este dúo de moda, bien curtido uno de ellos del mundo de las orquestas.

Juana Chicharro

Y, por la noche, tras las actuaciones de The Soul Breakers, Lola y Viva Suecia (el indie pop murciano, siempre tan previsible como eficaz) llegaba el momento de escuchar a la perla del festival. Así, la Playa de Riazor presenció su mayor llenazo para ver a Chrissie Hynde, vestida para la ocasión con collar canino (¡esa herencia punk!) y camiseta con lema para marcar distancias ‘no me acaricies, estoy trabajando’, rezaba la misma. La de Ohio es incombustible y eficaz en himnos: ‘Brass in pocket’, ‘Grace Jones’, ‘Kid’, ‘Hymn to hear’ o ‘I’ll stand by you’ (y su momento linterna del móvil al aire, sustituyendo a los tiempos analógicos de mechero). Echamos de menos que sonase ‘Don’t get me wrong’, y quizás también que nos deleitara con unos minutos más de directo, pero rock, punk-dub y guitarras rockabillies obra de James Walbourne en ‘Thumbelina’ bordaron la noche. ¿Que supo a poco? Efectivamente, apenas fue una hora.

Pero lo bueno, si breve y clásico, tres veces bueno. Y ya que hablamos de lo bueno: de la gastronomía gallega no os cuento nada, porque ahora desde Barcelona que ya no puedo saborearla, me caerían lagrimones si la recuerdo. Música, buena comida y conciertos gratuitos: ¡estos gallegos saben el secreto para una larga y dichosa vida!

Texto: Alicia Rodríguez

Fotos: Pepe Velasco

 

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