Hay algo en los Northagirres que me recuerda a los primeros Burning, los de Madrid y El Fin de la Década. No por ello es más obvio, pero las influencias apuntan a la misma diana: Rolling Stones, Mott The Hoople, T. Rex, algo de country-rock… En el fabuloso Down the Highway (2015) combinaban con acierto textos en inglés y castellano. En Corte Fino, EP y primer lanzamiento en vinilo, se quedan con la segunda opción en la comunicación oral y la catarsis es total, porque Iñigo Agirrebalzategi (ex Hotdogs!) parece encontrarse muy cómodo en su idioma madre. Su chulería al encarar las canciones, parece escupir cada sílaba, arrastra a la banda a mantener la intensidad incluso en los temas más dramáticos («Cuéntales») o melódicos («La Boca Rota»). Pero los Northagirres son un puño, una banda en la que cada una de las piezas es necesaria, vital para conseguir un resultado tan sólido en el que nadie tiene cabida, excepto Hendrik Röver, ideal para colorear unas canciones que necesitaban poco pincel. En otra época «Anoche Vendí mi Coche» sonaría en todos los garitos a todo trapo. Y quizás «Norte y Sur» estaría vendiendo sencillos a porrillo. No es esta aquella u otra era, es la que es y como tal debemos disfrutarla. Northagirres han hecho bien su trabajo. El turno ahora es de los fans. De los que tengan que venir, obviamente.
SERGIO MARTOS