En su nuevo trabajo, el que fuera miembro de los añorados Whybirds, ahora trasladado a Nueva York, sigue apostando por el rock americano, aunque esta vez de corte más eléctrico. Las guitarras adoptan el protagonismo del disco y las canciones de Luke Tuchscherer adquieren un músculo que hasta ahora desconocíamos en sus dos trabajos previos. Así, las melodías ceden ante los riffs, y la rotundidad gana terreno a la melancolía. Un disco que supone un paso más en una carrera firme e interesante, y en el que destacan por derecho propio los nueve minutos de «Requiem», tema de corte político y social que ponen de manifiesto que estamos ante un artista con las ideas bien claras. Currante como pocos, además, el británico amenaza ya con nuevo disco, esta vez, de corte acústico. Ahí estaremos, claro.
Eduardo Izquierdo