Valdoviño, Torredembarra, Frías, Xunqueiras, Rivas Vaciamadrid y Tarifa (en tres ocasiones) fueron los lugares de peregrinaje de los fanáticos de Neil Young antes del último Rust Fest de Gandía. Esta edición estuvo (muy bien) organizada por José Luis Larroca y los Powderfingers. Sobre todo por su batería, cuyas baquetas siempre estaban a disposición de quien las necesitase.
El viernes empezó con el grupo folk local RED COMPASS, que preparó un repertorio de Neil Young de tonalidades country. Violín y acordeón (aunque este último se oía menos de lo deseado) hicieron presagiar “Are You Ready For The Country?” o “Get Back To The Country”, pero no sonaron. En el set list, una “Cowgirl In The Sand” cambiada de tono para adecuarla al registro del vocalista. Los encantadores gallos de “Alabama” nos recordaron a los del propio Neil Young… qué cerca está a veces el amateurismo y la profesionalidad. En “Don’t Let It Bring You Down” llegó a perder la voz y alguien del público le acercó agua (sin hielo, para aclarar)… una gran familia. Tuvieron tiempo para cantar (y hablar) en valenciano, un delicioso tema propio sobre los relojes de sol de Otos que no desentonaría en “Comes A Time”.
Turno para WINNIE PEGG AND THE TRACTORS, con dos guitarras desbocadas afinadas a lo Crazy Horse y un cantante absolutamente entregado. Ya se sabe que el entusiasmo es contagioso, y por ello músicos y público se acabaron mezclando entre abrazos arriba y abajo del escenario. También es verdad que “Days That Use To Be” y “Mr. Soul” invitan a cantar a coro. Incluso “Helpless” sonaba sorprendentemente frenética, y allí todos nos preguntábamos cuántas veces habíamos bailado al ritmo de “El Último Vals” de Scorsese. Antes de “Barstool Blues” un grupo de despedida de soltero, con ridículas faldas de colores, trató de acaparar micrófono y protagonismo. Pronto entendieron que la ceremonia que allí se celebraba era más sagrada y se fueron con la borrachera a otra parte. Los más viejos del lugar recordaron sus tiempos huyendo de los grises cuando sonaba “Ohio”. “Piece Of Crap” fue la catarsis final. El Neil Young más punk y las gargantas de todos al rojo vivo.
Los también valencianos DANGER BIRD comenzaron en acústico, con estupendas versiones de las clásicas “Heart Of Gold” y “Old Man”. Las conversaciones se centraron en quién tenía las BBC Sessions del 71 con mejor calidad. Demasiado murmullo para canciones tan delicadas, pero muchos de los presentes solo se ven una vez al año en el evento que nos ocupa. Después, ya en eléctrico, recorrieron un set list muy introspectivo, eligiendo algunas de las canciones más crípticas del canadiense, como “Sleep With Angels” o “Danger Bird”, y poniendo el acento más en la ejecución que en el entretenimiento, algo que también nos encanta. Gorras y ceño fruncido, como en un concierto de rap. “Prime Of Life” la canto José Luis, batería de POWDERFINGERS, que echó una mano a los valencianos. “Words” arrancó muchos aplausos, y en “Drive Back” se echó en falta la segunda guitarra. También interpretaron tema propio, “What Are We Doing Here?”, y quedó claro que son de naturaleza melancólica. Para “Cortez The Killer” se unió Luis Alamar, también de POWDERFINGERS, y quedó claro que, para parecerse a Crazy Horse, dos guitarras mejor que una.
La última jornada del Rust Fest empezó con Manolo Ruiz en el escenario para hablarnos de “Zuma”, uno de los muchos discos inmensos de la discografía de Neil Young. Corta pero certera, refiriéndose al contexto político español al tiempo de su publicación y a la censura en nuestro país a “Cortez The Killer”. También se refirió a “Through My Sails”, el tema del disco con CS&N. Y a la trilogía anterior, formada por tres obras maestras: “Time Fades Away” (1973), “On The Beach” (1974) y “Tonight’s The Night” (1975).
El sábado abrieron THE HARVEST, sin bajo ni batería pero con dos voces femeninas que hicieron las delicias del respetable. Comenzaron, irónicamente, con “The Losing End”, y plantearon su concierto con la interpretación de una canción de cada disco por orden cronológico. La elegida de “Harvest” fue “Out Of The Weekend”, con un frontman (guitarra y voz) en estado de gracia. Se armaría de un banjo para la siguiente, “Roll Another Number”. En la versión del “Tonight’s The Night” están todos más borrachos, y para no ser menos imitaron el desaliño con dos voces que parecían perseguirse. La elegida de “American Stars n’ Bars” fue “The Old Country Waltz”, y las chicas fueron presentadas como Nicolette Larson y Emmylou Harris. Nada que envidiarles, todo encaja a la perfección en los Rust Fests. Tuvo cabida “Teach your children”, de CSN&Y. El violín de “Human Highway”, “Field Of Opportunity” y “Comes A Time” nos trajo a la mente al Rufus Thibodeaux de Austin City Limits y “Old Ways”.
Cuando parecía que los gallegos CRAZY PONYS realizarían un concierto estándar (afinaron con la archiconocida “Heart Of Gold”), la realidad nos sorprendió a todos. Abrieron con “Buffalo Springfield Again”, en la que Neil se acordaba del grupo con el que cosecharía (nunca mejor dicho) sus primeros éxitos. Continuaron por caminos poco trillados (la terminología campestre me sale sola), a pesar de lo cual lograron crear un impresionante ambiente en el pub, de reverencial respeto del público hacia los intérpretes, muy poco común en estos tiempos que corren. Ellos con sus guitarras, ella con armónica y pandereta, muchas tablas, relajación y soltura. Como si estuvieran en su casa, que es en realidad donde están músicos y público de los Rust Fest se celebre donde se celebre. Gran idea la de interrumpir “No Hidden Path” con “Down By The River”. Fantástica la voz de Ricardo en “Too Far Gone”, luego clavaron las reminiscencias flamencas de “Eldorado”. “Mr. Soul” empezó errática, algo que el grupo no podía consentir, por lo que recomenzaron. Solo se les oía a ellos en todo el pub, la experiencia era casi religiosa, parece que todos se pusieron de acuerdo para no pedir bebida en ese momento o comentar con el colega. “Fuckin’ Up” empezó con gritos indios de guerra y continuó con la obvia participación del público en el estribillo. Conocían las canciones como la palma de su mano y se permitieron personalizarlas magníficamente. De nuevo “Roll Another Number”, más coreada que nunca, y de nuevo el batería de POWDERFINGERS echó un cable. A pesar de que era la hora de la cena, allí había hambre de Neil Young. El público acabó coreando el nombre de la banda, y es que son muchos años. Todos, para ser exactos.
Después de la cena RUSTIE HARVESTERS trajeron nuevas tonalidades al evento, con ukelele y piano. Son de Barcelona y también veteranos, desde lo alto de ese escenario nueve ediciones del Rust Fest les contemplan. Pepe y Julia Vaquero compenetran sus voces como si se conocieran de toda la vida. De hecho, él la conoce a ella desde que nació. Nunca Neil Young sonó tan jazzístico, optimista, luminoso. David Funes, maestro en todos los instrumentos, se explayó principalmente en el piano y con ese pequeño bajo que “he empezado a tocar hace cuatro días”. “Lotta Love”, “One Of This Days” y “Piece Of Mind” estuvieron muy bien elegidas e interpretadas, lástima que el pub estaba en hora punta y planeaba cierto murmullo molesto. Para “Speakin’ Out” David suplantó con el piano la guitarra de Nils Logfren en el disco. “Helpless” quedó gozosamente hawaiana, y “Harvest Moon” supuso una perfecta invitación al baile, el pub parecía el del vídeo oficial de la canción. Turno después para el “Suite: Judy Blue Eyes” de CSN&Y y “Motorcycle Mama”.
Los valencianos POWDERFINGERS salieron perfectamente engrasados con “Love And Only Love”, del glorioso “Ragged Glory”. El pobre Txema Mendizábal, con movimientos a lo Michael Stipe, hacía lo que podía con su brazo en cabestrillo. Qué devoción y entrega, como Camacho en sus años mozos. El genial Luis Alamar combinó hasta tres guitarras distintas durante el bolo. Neil y/o Poncho le habrían dado un abrazo si hubieran estado allí. El segundo tema fue el que da nombre al grupo, seguido de “Don’t Cry No Tears”, con el que Neil abrió su mítico concierto en el Espárrago Rock de Jerez. Qué jóvenes éramos. “World On A String” y “On The Beach” fueron anunciadas como nuevas en su repertorio, pero sonaron como si las hubieren tocado toda la vida. Será porque corren por sus venas. Mendizábal cantó “Mellow My Mind” a las mil maravillas, no quiso desafinar como Young en “Tonight’s The Night”. Un público entregadísimo hizo los la-la-la de “Everybody Knows This Is Nowhere” como si les fuera la vida en ello. Ricardo Veiga (un crazy pony) fue invitado a cantar todo un himno: “Hey, Hey, My, My”. Nos volvimos a acordar de Kurt Cobain… y de los Sex Pistols. La catarsis eléctrica continuó con “Cinammon Girl” y “Fuckin’ Up”. Nos queremos tanto que le ponemos el dedo (corazón) en la cara al prójimo… pero con amor. “Train Of Love” fue cantada por Amparo Navarro, hija del batería José Luis, que a los ¿9 años? ya es una devota de Young. Su madre grababa y lloraba. Y, compensando la edad, para “The Losing End” se llamó al escenario a los tres tenores más veteranos del Rust Fest. Espontáneamente compenetrados, cantaron mejor de lo que ellos mismos creían. Alex Pons volvió a echar una mano para “Down By The River”, ahí sí son necesarias dos guitarras, a pesar de lo que dice Poncho en el imprescindible documental de Jarmusch “Year Of The Horse”. Duelo guitarrero a los pies del escenario, incluso el bajista Piotr Krawczyk tuvo su momento de lucimiento.
Para “Rockin’ In The Free World” se llamó a TODOS los músicos al escenario. Despiporre total, con Ricardo sustituyendo la mano izquierda de Luis con la suya. Dos personas para una guitarra… y lo que te rondaré, morena. El año que viene más. Mejor, imposible.
Texto y fotos: Israel Gil Pérez
