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Pordenone Blues Festival – Parco San Valentino (Pordenone, Italia)

Lee Fields

Que el blues es la base de casi todo lo que escuchas en el día a día, no es algo de lo que te vayas a enterar hoy con este estallido de genialidad en la prosa. A menos que hayas desayunado Kraftwerk, merendado vals vienés y cenado a los gentiles sones de John Cage, probablemente has escuchado más blues del que te has dado cuenta, sólo en esta jornada. Y cómo la amplitud siempre es generosa, bien podríamos ocupar esa denominación para las más variadas expresiones de música negra y no estar del todo errados.

Por ello, es que en su 27° edición, el Pordenone Blues Festival, realizado en la ciudad del mismo nombre al Noreste de Italia, concentró bajo ese rótulo hard y pub rock, funk pop con virtuosismo jazzero; y soul de toda la vida y del filtrado por la tecnología; sin complicarse del todo. En el primer fin de semana de Julio, en un bello parque en el centro de la ciudad, se dieron cita Level 42, Glenn Hughes, Lee Fields y Anastacia, entre otros; para cerrar una semana dedicada al género y sus ramificaciones.

Celebrado desde hace casi 3 décadas, este evento de la región de Friuli-Venezia Giulia, ha aumentado su perfil con los años, combinando durante una semana, las actividades en las calles de la ciudad con conciertos de artistas con pedigrí. Si durante los primeros días las actividades gratuitas como exhibiciones de películas, conciertos callejeros o concursos para nuevos talentos centran la atención; desde el Jueves en adelante la acción se concentra en el Parque San Valentino, donde este 5 de Julio, el soul plastificado de la estadounidense Anastacia, con invitados de la casa como Zucchero¸ dieron el vamos a los eventos de mayor importancia.

Luego de esa primera jornada de corte más pop, la velada siguiente comenzaba con el pub rock inalterable de Dr. Feelgood, quienes entregaron un buen espectáculo, si se obvia su cercanía peligrosa a la figura de banda tributo. No deja de ser extraño, en su caso, que el nombre lo ostente un cuarteto que no grabó ninguno de sus álbumes memorables y que, a la vez, su integrante central y compositor (el literalmente inmortal Wilko Johnson) aún esté en activo fuera del grupo. A su favor, podríamos decir que algunos de sus integrantes llevan más de 3 décadas a bordo y que tampoco se observaban caras apesadumbradas en los escasos primeros asistentes, quienes disfrutaron con las incombustibles “Roxette” y “She does it right”

Con más público presente, Eric Gales dio algunas lecciones de virtuosismo en la guitarra, reivindicando repertorio propio ante la esperable petición de sus covers de Jimi Hendrix o Blue Oyster Cult, que fueron interpretados al final. Alguna vez niño prodigio y mimado de la prensa, Gales ha pasado por tantos infiernos personales en sus 25 años de trayectoria que bien se puede hablar de renacimiento o algún otro concepto manido al verlo en acción. Muchas ganas, una buena banda de apoyo e, incluso, flirteos con la electrónica y los ritmos latinos, lo alejan del estándar sonoro.

Watermelon Slim

Por el contrario, uno que no necesita renacer, ya que probablemente vivirá más allá de quién escribe y quién lee esto, es Glenn Hughes. A sus 65 años, no debería impresionar su estado físico y vocal, ya que se pasea por todo el mundo con asiduidad demostrándolo, tanto como solista como con ese grupo de enemigos llamado Black Country Communion. Embarcado en una gira que revive el repertorio de Deep Purple de mediados de los 70s, cuando oficiaba de bajista y cantante encubierto; Hughes no sólo repasa su rol original a cabalidad, sino que toma el micrófono para cubrir, incluso, temas anteriores como “Highway Star”.

Por su parte, el amplio contingente de camisetas negras alusivas a la banda madre, se encontró con lo esperado. Una banda solvente, larguísimos solos, mensajes sobre el poder curador de la música y un repertorio que ya no toca Deep Purple, sino que otros (auto) exiliados como Blackmore y Coverdale. Felicidad pura para los fans, hay que decirlo.

Al día siguiente y con los primeros asistentes luchando contra la humedad algo sofocante del verano italiano, comenzó la jornada el número más ortodoxo del festival. Watermelon Slim no sólo es un bluesman de la vieja escuela por su sonido y sus canciones, sino por las dificultades que cuenta en el escenario entre canción y canción. Apoyado en un baterista-asistente, el nacido William Homans, no sólo demuestra su maestría en la guitarra slide y en la armónica, sino que aprovecha de narrar los infortunios de la industria discográfica, la atención infrecuente que se le da al blues y, en general, las problemáticas que no estarán en el siguiente disco de Jack White. Aunque el adjetivo “verdadero” sea moneda de cambio fácil en tiempos de marketing, acá casi no existe otra opción para graficar el espectáculo. Que continúa después con algo tan, ejem, verdadero como el propio artista con expresión cansada en el stand de venta de discos.

Uno que también sufre los vaivenes vitales, pero los amaga con una sonrisa es Lee Fields, quien junto a los siempre solventes The Expressions, dio un fantástico show de soul de vieja escuela. Hablamos de introducción de la banda, entrada triunfal, canciones que se mueven entre el baile y la solemnidad, simpatía a raudales, una gran voz y una salida falsa para completar el cuadro. Con un repertorio formidable, Lee Fields alegra, pero también conmueve como cuando recuerda a sus compañeros de ruta que nos han dejado últimamente como Charles Bradley o Sharon Jones en la sentida “Wish you were here”.

Cerrando la segunda jornada, los ingleses de Level 42 mostraron la tremenda diferencia que hace tener hits. Pero de los de verdad, de los que canta tu mamá y tararea tu sobrino a la vez. Aunque los británicos son una banda de virtuosos y se escuchan formidable, bien se puede decir que su sonido no es (ni fue) novedoso y que la factoría de éxitos detuvo su producción completamente en 1989. Pero esas sutilezas mejor hablarlas después de disfrutar versiones contundentes de “Running in the family”, “Something about you”, “It’s over” o “Lessons in love” que arman la fiesta sin mayor problemas.

La promesa que hace el bajista y vocalista Mark King de “tocar todo las que ustedes quieren”, sólo se rompe con un pequeño guiño a su EP “Sirens” de 2013, que, por suerte, no asusta a nadie y no baja los ánimos. Buen punto final a una semana en que la música de raíz negra es homenajeada lejos de su lugar de origen, con un nombre que de tan inclusivo resulta, al final, bastante cierto.

Texto y fotos: Jorge Acevedo               

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