Vivos

Download Festival, La Caja Mágica, Madrid

The Hellacopters

“¿Qué hace un rutero de la vieja escuela, como tú, en un festival como éste?” podría ser el título de esta crónica y la respuesta es bastante obvia: ¡Disfrutar de los Hellacopters! Da igual que Kenny fuera sustituido por Sami Yaffa, o que a éste le haya sucedido Dolf; también que se escuche o no el teclado de Boba Fett; incluso que Strings tocara mejor que Dregen, aunque convendría reconocer que el guitarrista de Backyard Babies se ha puesto las pilas y ha sumado un plus virguero a su ya habitual magnetismo efectista. Probablemente sería menos comercial, pero podrían presentarse como Nicke Royale & Friends y reflejar una misma realidad: sus canciones y su poderío escénico, ahí reside la clave ya fuera hace unas semanas en el Garage Sound liderando Imperial State Electric o, ahora, en el Download tripulando la nave nodriza.

No le demos más vueltas. Fueron sólo 50 minutos recorriendo la discografía cóptera bajo una solana criminal, pero supieron a verdadera gloria. El precio a pagar por ver a los suecos en primera fila fue caro: actuaban antes unos de esos insufribles émulos de Nickleback y Simple Plan, de nombre irrelevante, que encandilaron —incomprensiblemente— a los cachorros del metal; unas nuevas generaciones que asustan casi tanto como las de Génova. Los infalibles Clutch, Volbeat o las inasequibles L7 no eran causas menores, pero el tirón que mantienen Judas Priest u Ozzy Osbourne les convertían en los pilares que sostenían el día fuerte del festival.

Las ganas y la nostalgia suplieron con creces la ausencia de los legendarios hachas de los Judas y Rob Halford (que cambió de chupa más que Beyoncé de vestido) ejerció de maestro de ceremonias en un emocionante repaso de los grandes éxitos de la banda. Aunque dignas, por supuesto, desentonaron las tres canciones del reciente Firepower. La presencia de un cascadete Glenn Tipton en el bis iluminó las caras de unos perros viejos que coreamos a pleno pulmón la gran trilogía del British Steel: «Metal Gods», «Breaking The Law» y «Living After Midnight». Tocaba correr hacia el escenario principal para disfrutar de Ozzy Osbourne y el inconfundible riff de «Bark At The Moon» desencadenaba una tormenta sónica, un arranque espectacular que encadenó «Mr. Crowley», «I Don’t Know» y «Fairies Wear Boots». Pero ahí acabó el espejismo, porque la insistencia en las canciones del sobrevaloradísimo No More Tears y los solos del brasas de Zakk Wylde acabaron con cualquier ilusión y consiguieron que más de uno nos arrepintiéramos de no haber abandonado el recinto tras esa cuarta canción, aunque el precio a pagar hubiera sido no disfrutar de «War Pigs», «Crazy Train» y «Paranoid».

Judas Priest

Pese a todo reconozcamos el mérito de Ozzy, que lleva cuarenta años dando palmas y deambulando desorientado por los escenarios; nadie ha dado tanto con tan poco: gran cantante sin voz, entrañable sin carisma, listo de cabeza hueca… Pero patriarca del heavy metal con una decena de impepinables discos en su haber. Desgraciadamente, el hedor fecal deslució completamente el festival: a capricho del viento en los escenarios principales e imposibilitando absolutamente cualquier intento de acercamiento a los números 3 y 4.

¿Y qué decir de Guns N’ Roses? Sencillo, sólo hace falta una palabra: ¡INCOMPRENSIBLE! Nadie le pide a Axl que esté más tiempo sobre el escenario que atrincherado bajo la escalera derecha —porque ya lo hacía antes y no se lo vamos a exigir ahora, con veinticinco años y otros tantos kilos más—, pero la entusiasta reacción de la gente (su público: las decenas de miles de personas que llevaban el logo de la banda estampado en sus camisetas) ante las canciones de Appetite For Destruction se me antoja suficiente como para mantenerles alejados de Chinese Democracy, Velvet Revolver y de versiones que no vienen a cuento; también de ladrillos inasumibles como «November Rain», «Coma», «Estranged»… Jugaban en casa, tenían todo a favor y perdieron el partido a base de goles en propia puerta en un partido que reformuló el significado de eternidad.

 

Texto: J.F. León

Fotos: Salomé Sagüillo

 

 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda

Síguenos en Twitter