Encuentros

Los Hermanos Cubero – Duro y real como la vida misma

Golpeados por una muerte muy cercana, Los Hermanos Cubero se apartan un tanto del bluegrass alcarreño que bordaron en sus discos anteriores para grabar un disco sombrío y emocionante. No hay trampa ni cartón en Quique dibuja la tristeza (El Segell del Primavera). Grabado en directo en tres días, retrata la desolación de la pérdida. La maldita C se llevó a la mujer de Quique Cubero, que exorcizó el dolor a base de canciones directas y reales. Los tempos son más lentos de lo habitual y el tono oscuro, aunque la intervención de Oriol Aguilar (contrabajo) y Jaime del Blanco (violín) aligeran musicalmente un disco que, a pesar de todo, también encuentra sitio para reconfortarse con los buenos momentos vividos.

Creo que habéis sido muy valientes al publicar este disco. Es un disco duro de escuchar, y no hay muchos precedentes en castellano tan claros en su relación con la muerte de un ser querido. Sí canciones sueltas, pero no un disco entero. No sé cómo están siendo las primeras reacciones, pero ¿teníais miedo de que resultara demasiado “negro” para el oyente?

Quique: Sí, yo tenía serias dudas, pensaba que al oyente le costaría escucharlo. Desde el momento que empecé a escribir las canciones, una vez pasado ese primer momento de estado catatónico, de no entender lo que había pasado, pensé que serían canciones para mí, que las necesitaba para ordenar mis pensamientos y mis sentimientos. No las veía aptas para los Hermanos Cubero. Pero siempre hemos hecho la música que nos ha apetecido en cada momento, sin corsé, sin ataduras. Y por otro lado, una vez que tuvimos las maquetas con las canciones estructuradas y con la forma más o menos definida, y las escuché en el orden definitivo, no me pareció un disco “negro”, ni triste. Sí que trata de la muerte exclusivamente, pero sin embargo hay cierta alegría por los momentos vividos juntos, un regocijo en el recuerdo aunque me haga llorar. Es amargo, pero también dulce. Al final creo que no es tan triste.

Roberto: Realmente nunca nos hemos dejado llevar por el pensamiento sobre la reacción del público o los medios. Siempre hemos hecho la música que queríamos hacer, diciendo las cosas que queríamos decir. Más que nada porque artísticamente no nos parece muy lógico condicionar nuestra obra a las especulaciones sobre la hipotética reacción de alguien que lo escuche. Lo más honesto es hacer lo que necesitamos y/o queremos hacer. Cómo pueda ser recibido está fuera de nuestro control. Así que nosotros no lo consideramos valentía o correr riesgos. Tenemos la suerte de ser completamente independientes a la hora de crear porque no nos importa el resultado comercial. Nuestra música vale más que el dinero y es más gratificante que la fama.

Respecto a lo negro de este disco, evidentemente lo es, pero aporta tanta luz como oscuridad. Y sobre todo aporta realidad. Igual que nuestros anteriores discos hablábamos de realidades que no podemos pasar por alto, sobre todo en Arte y Orgullo, este disco también habla de la vida real. No somos un grupo de rock o de indie o de pop de los que hacen las cosas solo para molar. Lo nuestro siempre ha sido de verdad. La vida es muy dura y por eso este disco también lo es. Hoy en día el 90% de los discos son inocuos, no nos interesan ese tipo de discos.

Las canciones son todas de Enrique. ¿Cuándo tuvisteis claro que esas canciones iban a ser el próximo disco de Los Hermanos Cubero?

Q: En un principio eran canciones para mí, pero según se las iba enseñando a Roberto él me decía que le parecían buenas y cuando tuve una cantidad suficiente me propuso que fuera nuestro siguiente disco. Al final incluso tuvimos que descartar algunas

R: Aunque Quique no las escribió con ese objetivo, sencillamente no podía ser de otra forma.

¿Estuvo Roberto seguro del disco desde el primer momento? ¿No hubo dudas?

Q: Precisamente fue propuesta suya, las dudas las tenía yo. Son canciones muy personales, muy íntimas. Me dejan completamente expuesto. Y, por otro lado, no creía que el estilo y la temática fueran adecuadas para los Hermanos Cubero. De hecho, me tuvo que convencer. Casi hasta el último momento yo era reticente a centrarnos en esto como nuestro próximo disco. En esto le estoy profundamente agradecido por darme la oportunidad de usar a los Hermanos Cubero para publicar estas canciones que para mí han sido como una terapia.

R: A mí nunca me ha importado que sea un cambio de estilo o que yo no hubiera participado en la autoría, y tampoco me pareció un inconveniente que a priori sean canciones demasiado personales. Este disco tiene algunas de las mejores canciones que se han escrito en castellano y yo por mi parte no iba a dejarlas pasar de largo.

Las letras son muy directas, apenas hay metáforas ni dobles sentidos o imágenes asociadas a la tristeza. ¿Cómo fue de consciente la composición? ¿Te dejaste llevar por los sentimientos sin más, fue una necesidad casi física? Es lo que a uno le parece desde afuera.

Q: Absolutamente consciente, prácticamente todo lo que se dice en las canciones es literal, no hay casi licencias poéticas, eran los pensamientos y los sentimientos que me hostigaban cada día los que plasmaba en la letra, y la melodía surgía de ahí mismo. Cuando hablo de una foto, de un dibujo, de una frase que le dije, de las cosas que hago, todo ello es real. Así quería que fuera, eran canciones para mí, así que cuanto más claro y concreto mejor. Ha sido como dibujar un esquema que me permitiera ordenar todos esos estados de ánimo para poder verlos desde fuera, desde la distancia, y colocarlos en su sitio adecuado.

Musicalmente hay otras referencias diferentes del bluegrass más clásico y las tonadas tradicionales castellanas, no tanto en la instrumentación como en la composición. ¿Reflejo de unos gustos más amplios?

R: Si es por etiquetar, es un disco de “Americana”. Es parte de las influencias que tenemos, tanto las composiciones como los arreglos tienen esa orientación. Pero, como en los discos anteriores, no hemos tratado de copiar nada ni de ceñirnos a estilos.

Q: Claro, nuestros gustos musicales son muy amplios. Concretamente en esos días posteriores al fallecimiento escuché mucho country de los 60 y 70, del que soy un gran fan, que es también en ocasiones triste y muy directo y me resultaba reconfortante con mi estado de ánimo. Pero también otros estilos, con las composiciones de José Alfredo Jiménez me sentí también identificado en esos días y vi de alguna forma reflejados mis sentimientos. Así que como ves la amplitud de gustos es innegable.

Por otro lado, se añaden instrumentos clásicos de las string bands del bluegrass (contrabajo, violín). ¿Habrá lugar para ellos en directo? ¿Se mantendrán en el futuro?

Q: La idea es hacer las presentaciones del disco en cuarteto con Oriol Aguilar y Jaime del Blanco, pero no todas las actuaciones serán así. Sobre lo que hagamos en el futuro, nunca se sabe, pero en principio no tenemos idea de mantener esta formación más allá de este disco.

R: Nos pedía el cuerpo hacer estas canciones con cuerda frotada por la expresividad que aporta. No obstante, mantendremos el dúo porque es nuestra maquinaria de expresión. Estamos muy cómodos a dúo. Normalmente, una banda de 4, 5, o 6 piezas da una comodidad y un respaldo que con poco que hagas ya funciona, y a dúo tienes que afrontar esa desnudez con mucho más esfuerzo, pero si quisiéramos comodidad nos quedaríamos en el sofá.

¿Cómo se afrontan unas canciones tan dolorosas en directo? Creo que no va a ser fácil defenderlas, al menos una detrás de otra, sin tomar una cierta distancia. ¿Lo habéis probado?

Q: Bueno, han tenido que pasar muchos meses para que pudiera cantar estas canciones sin echarme a llorar, en más de un ensayo, al principio, tuvimos que parar y seguir con las canciones de los discos anteriores. Pero desde el momento que empezamos los ensayos con Oriol y Jaime he estado cantándolas seguidas y de alguna manera las he hecho “canción” y he conseguido alejarme un poco, al cantarlas, de los sentimientos que implican. Pero está claro que la carga emocional es muy fuerte y que habrá que estar muy pendiente en el directo de no bajar la guardia. Lo que sí he notado ahora con la promoción y las entrevistas, rememorando aquellos días, es que esto no lo tenía previsto y me hace recordar lo mucho que me costó todo ese proceso.

R: Emocionalmente será duro sin duda. Pero en realidad lo más duro ya ha pasado. Creo que para la audiencia puede ser emocionante y bonito.

Por lo mismo, supongo que en la grabación no habría muchas tomas vocales.

R: Está grabado en directo en tres días, así que no hay demasiadas tomas. Siempre hemos preferido la emoción a la perfección. Hoy en día el 90% de los discos son asépticos, no nos interesan ese tipo de discos.

Dejáis para el final la canción más animada musical y líricamente, «Me quedo con lo bueno». Supongo que es mejor la manera de afrontar el futuro. Quizás la única.

Q: El orden de las canciones en el disco es prácticamente cronológico según iba yo avanzando en el proceso de aceptación y asimilación de la muerte de Olga. Al final de ese proceso lo que me queda son los recuerdos buenos y las cosas vividas juntos. No sirve lamentarse por algo que ya no tiene arreglo, sin embargo, nos podemos reconfortar con esos buenos recuerdos. No nos queda otra que mirar hacia delante y no quería dejar un sabor amargo al acabar el disco, por eso, sin optimismo excesivo, trato de plasmar las cosas buenas, a pesar de la tragedia.

Una curiosidad personal. Aunque todavía erais unos niños, a principios de los 80 el sello Guimbarda editaba muchos discos de bluegrass. No sé si los llegasteis a conocer y/o comprar, o el descubrimiento de esa música fue posterior.

R: ¡Claro, tengo mogollón de Guimbarda en casa!

Q: Cuando empezamos a trastear con los instrumentos ya conocimos el Banjo París Session, aunque el disco había sido editado 15 años antes.

Hace poco vi una foto vuestra muy interesante. Erais unos chavales y en lo que parece un local de ensayo teníais un póster de Nuevo Mester de Juglaría detrás. ¿Ya habíais llegado a la idea de fusionar folclore castellano y bluegrass, o es anterior y premonitoria?

R: Esa foto es del 96. Siempre hemos pasado de las modas y escuchábamos lo que nos tocaba la fibra. En aquel entonces no teníamos ni los conocimientos ni la experiencia para hacer lo que hacemos ahora, pero después de tantos años macerando esos sonidos en nuestra cabeza, nos salen solos. La música que hacemos no es fruto de una idea feliz, sino de un proceso de asimilación de las músicas que nos gustan.

Q: Definitivamente premonitorio, en esa foto apenas empezábamos a poner nuestros primeros acordes. Tuvieron que pasar muchos años para aprender las lecciones que necesitábamos para poder sacar de dentro la música que llevábamos tanto tiempo disfrutando y con la que nos nutríamos.

 

Texto: Carlos Rego

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