Vivos

Nacho Vegas – Room Festival, Razzmatazz (Barcelona)

El final inminente de la primavera cae con la fuerza propia de una dudosa ruptura entre estaciones pero con la contundente presencia de Nacho Vegas, acogido en la condal Sala Razzmatrazz. ‘Violética’ (2018) es su nuevo trabajo y pretexto de visita. Un disco compuesto desde el dolor de los desheredados y las víctimas de una sociedad desequilibrada y presumida de su modernidad y desarrollo. Una continuación causal de su anterior largo: ‘Resituación’ (2014), con el que cantó como protagonistas a los desahuciados, a las víctimas de un capitalismo tan selectivo como destructivo.Con puntualidad presumible y elegancia predecible llenó el escenario desde su su primer paso, atravesando una introducción de música de plástico que dio paso a «El corazón helado», título que ocupa la misma posición en el nuevo disco, y que brindó un inicio algo frío para la expectación sentida. Fue la llegada «Ideología», en tercera posición, la chispa que prendió la mecha y que produjo la combustión instantánea para mantener al artista conectado con su publico a lo largo de la noche, alimentándose de canciones recientes como «Desborde» o la oda «Aida», dedicada a la revolucionaria asturiana Aida de la Fuente.

Haciendo orgullo a la banda que sostiene sus canciones entonó «Crímenes Cantados» junto al teclista Abraham Boba, para recordar esos lugares repletos de dolor llamados Centros de Internamiento de Extranjeros. Sostenido por el ‘Coro Antifascista Al Altu La Lleva’ aterciopeló su, a veces, áspera voz, para potenciar el mensaje comunitario de sus canciones. No se olvidaron clásicos esperados como «Morir o Matar» o «Que te vaya bien, Miss Carrusel» tan aplaudidos como coreados por el público y que formaban parte ya del lazo entre el compositor y la audiencia.

Maldigo del alto cielo apareció en los bises, escrita por la artista chilena Violeta Parra, personaje del cual ha brotado gran parte del sentido de este último trabajo y a quien además debe el nombre. Con la magia impregnada ya en la noche y tras más de hora y media de canciones ejecutó «El hombre que casi conoció a Michi Panero» como guinda a la velada ya casi leyendo las miradas de los asistentes.

Una sesión de excelente lírica, amasada con el folk enfrentado a la cuerda de efectos saturados. Atmósferas hipnóticas, dolor y dulzura. Una gran noche.

Texto: Mario Silvestre

Fotos: Fernando Ramírez

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda

Síguenos en Twitter