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Diego Vasallo – Rocksound (Barcelona)

Diego Vasallo – dejémoslo claro desde un principio- es un tahúr. Y lo que es peor, de los buenos. ¿No me creen? Bien, tal vez no estuvieran ustedes anoche delante de él, viéndole sacar ases de la manga, uno tras otro.

El primero, el de su voz, oscura y profunda y modulada.

El segundo, el de su banda, sabia e intuitiva.

El tercero, el de sus canciones, miniaturas de una rara precisión.

Y el póker, cuando todo ello se funde.

Y está uno ahí delante y ve a Diego, elegantemente enjuto, coger la batuta y dirigir con aplomo a sus compinches hacia ese territorio en el que la música americana se impregna de pop y de blues, de chanson y de tangos, mientras la poesía –esa poesía suya sincera y directa, desprovista de artificios- nos habla de amores y desengaños, de fatalidad y esperanza, poniendo banda sonora a aquella franja en que la noche no avanza, ni al alba se le espera.

Compinches, decíamos…¡y qué compinches, damas y caballeros! A los teclados y el ocasional ukelele de Pablo Fernández se le enrosca lascivamente la sección rítmica formada por Goyo y Toño, veteranos apandadores fichados tras innumerables fechorías junto a Hendrik Röver , deltono diestro cuya zurda, el gran Fernando Macaya, completa el lienzo delineando con sus seis cuerdas los planos de un repertorio que para sí quisieran no pocos diletantes disfrazados de estrellonas. Y caen una tras otra, delicadas o afiladas, las canciones: «A Ras de Noche», «Prometedores Naufragios», «La Vida Mata», «Ver Para no Creer», «Donde Cruza la Frontera»…melodías equilibradas, intensas, precisas. Suenan notas que flotan desde bares con la persiana bajada, ritmos que surgen del fondo de un vaso de pernod. ¿Oigo un rockabilly? ¿Esto es casi un country rock o llevo demasiadas copas?

Y Diego canta, susurra y dirige a la orquesta que habría tocado en el Titanic si este hubiera tenido un burdel. Y el público, que sabe a lo que ha venido, aplaude y agradece.

Y la música se para tras una hora de magia y suena el primer bis y Diego canta  “acuérdate de mí, cuando me olvides” en ese gran tema que es «Perlas Falsas». Y uno sonríe, toma otro trago, y vuelve a ver al tahúr estrenando baraja.

Y cree ver el truco, pero es sólo una ilusión.

 

Texto: Eloy Pérez

Fotos: Xavi Mercadé

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