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DeWolff – The Black Heart (Londres)

La semana pasada, andaba más aburrido y aplatanado de lo normal y me dio por ver fragmentos de un programa de humor/entrevistas hispano. En uno de los clips entrevistaban a un cantante y guitarrista de un grupo navarro que ha pegado un buen pelotazo. Además sin cantar ni en castellano, ni en inglés. Para cuando estéis leyendo esto habrán tocado en Londres, en el Scala, que no es pequeño.

A mí todo esto se me escapa, como otras muchas cosas relacionadas con el mundo de la música, más aún si hablamos de España. Hablo de la relación calidad/popularidad, lo cual, por subjetivo, siempre será debatible y dejará a más de uno meneando la cabeza en señal de incredulidad y a otros apuntando con el dedo al que menea la cabeza y acusándole de estrechez de miras.

Nada nuevo y me estoy desviando, como siempre. El caso es que el entrevistador le preguntaba al músico que definiera “Power trío”, que es lo que ellos se consideran, y con mucho descojone, por su parte y por la mía, teorizaban sobre qué era lo que le daba el “Power” a un trío. “Hay que darlo todo si solo hay tres” decía el tipo. Bueno, darlo todo… lo dan todo Shakira, Beyoncé o Ricky Martin, aunque sean 17 en escena.

Hay que cubrir huecos, sí, pero no basta con menear la almendra como si no hubiera un mañana y rasgar la guitarra hasta que rompas las cuerdas. No al menos si piensas en los Power tríos que generaron el término, léase Cream, The Jimi Hendrix Experience, Grand Funk…hay que crear un sonido que haga preguntarse al que está delante de la banda como cojones sale eso de seis manos, seis pies y dos o tres bocas. Normalmente hay virtuosismo involucrado en los tres componentes y suele cantar más de uno de ellos (aquí haríamos la excepción de la Experience de Hendrix ya que solo cantaba él y Noel Redding no era precisamente un virtuoso…pero es que hablamos de Hendrix por lo cual no hay mucho más que discutir al respecto). El caso es que si quieres una definición del término actualizada y sin complicarte la vida demasiado, solo has de pensar en un nombre: DeWolff .

Hacía tiempo que no salía de un concierto tan anonadado por la potencia y compenetración de una banda. Cuando llevas a un técnico propio para manejar las regletas durante el bolo y un ampli de teclado en el que podrías meter a un par de personas y pasarlas de incógnito a otro país, está claro que te importa muchísimo como va a sonar tu propuesta. No vas a cumplir, vas a impresionar. Y eso es exactamente lo que consiguen DeWolff. Luego están ellos, como músicos, que la infraestructura sin el ser humano que está detrás no deja de ser un ejercicio de cálculo.

Robin Piso cubre con su teclado el lugar del inexistente bajista, el suyo propio como teclista y el de de diez miembros de orquesta. Pablo Van de Poe es un cantante extraordinario y un guitarrista sobresaliente, capaz de dotar a los temas, como Robin, de las diferentes texturas que necesitan para que no pierdas la atención y pienses : “Otro ejercico de estilo pajero”. Y luego está su hermano, Luka, que no mete un palo malo. Joder, ¡tremendo batería! La mente vuela atrás, a los discos que te cambiaron la vida cuando empezaste a saborear el Rock’n’Roll y a las bandas que nunca pudiste ver.

Y, por dios, no vamos a comparar, solo a admitir que, por un momento, te apetece pensar: “Nunca pude ver a Grand Funk, pero esto puede ser lo más cerca que ahora mismo tengo a mi disposición para cubrir ese vacío”. Esto os puede parecer insultantemente estúpido, pero me da igual, es solo un sentimiento, me recordaron tanto a Grand Funk sin ser derivativos de forma ridícula, que lo único que me llevo es la sonrisa en la boca y las ganas de verles de nuevo. Las jams que hicieron fueron absolutamente espectaculares, con muchísimos matices y esos crescendos que hacen que en el punto álgido te den ganas de chocar la palma de la mano, brazo en alto, con algún otro que esté tan flipado como tú en ese momento, si no fuera porque en el fondo te parece una gilipollez enorme hacer esto.

Además te sigues preguntando si no hay realmente un par de músicos más escondidos en el ampli del teclista y añadiendo sonidos a la orgía. Volviendo a Grand Funk, la forma en la que alternan las labores vocales los hermanos te lleva exactamente allí, y luego se une Robin y ya tenemos un elixir sonoro que pocos alcanzan hoy en día. Os podría hablar de los temas que tocaron, que me los sé, de veras, pero es que no me apetece, ni creo que sea necesario. Prefiero transmitiros el sentimiento de haber sido completamente aplastado por un muro de sonido tan preciso, bello y fresco que me mandó a casa recordando lo que sus compatriotas, “The Dawn Brothers”, me contaron en una entrevista que leeréis en breve en esta misma web.

Como son amigos y además Pablo Van de Poe ha producido su álbum de debut, cuando te dicen: “DeWolff es la mejor banda en directo que puedes ver ahora mismo”, pues claro, piensas, “a ver, los conozco, me gustan mucho, aún no les he visto en directo, pero, joder, ¡vaya afirmación!” Pues ese día, al salir del concierto, no lo dudé. Luego duermes, se te enfría la olla un poco y evidentemente entiendes que estas afirmaciones tan absolutistas no convencen a nadie, ni siquiera a ti mismo, pero qué grande es que una banda te haga sentir así por unos momentos. Acabaré con prudencia. DeWolff: Una de las mejores bandas en directo que puedes ver a día de hoy.

 

Texto y fotos: Javier H. Ayensa

 

Fotos: Aurelie Martini

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