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Hay un nuevo forastero en la ciudad: Adam Fisher

Ole Sevensen

Esta semana viajamos hasta Nashville para esta habitual sección en la que descubrimos a aquellos artistas que pueden ser el futuro de la música de raíces norteamericana. Algunos llegarán a su meta, otros no. Pero su presente apunta a seguirlos.

 

“Justo cuando parece que la música country ha sido secuestrada para siempre y reemplazada por un nuevo género, una cohorte de artistas hierve a fuego lento justo debajo de la superficie. Listos para reclamar la propiedad de la verdadera música country y Adam Fisher es uno de ellos”. Así habla la propia página web de Adam Fisher de él. Nacido en Jacksonville, Carolina del Norte, en una familia muy musical, el propio cantante reconoce que sus padres le decían que su amor por el country lo haría famoso o lo enviaría a la cárcel. Porque el joven Disher adoraba todo lo relacionado con outlaws como Waylon Jennings o David Allan Coe. No solo su música, sino también su manera de vivir.

 

Unos años después, y ya trasladado a Nashville donde traba amistad con músicos del calibre de Brent Cobb, Fisher está abriendo conciertos para gente tan dispar como Shooter Jennings, vástago de su ídolo, el propio Coe, o el nuevo fenómeno del rock sureño, Blackberry Smoke. En activo desde los 13 años (ahora mismo tiene 29), Fisher aparecía en Cotton Town (2009), su primer single editado, con un leve tupe y una barba perfectamente afeitada. Todo lo contrario que en la actualidad, en la que su imagen responde a la perfección con la de los viejos outlaws que tanto admira.

 

Su último trabajo es The Sessions at Aura Lea que supura en todas sus canciones ese beneplácito que el mismísimo Mele Haggard dio a su música en 2012, cuando vio al músico en una prueba de sonido. “Mi música es country sin disculpas”, dice, y lo cierto es que es una definición magnífica. Puro y genuino country. Del que bebe en los grandes. En todos esos nombres citados. Con auténticos himnos como «Slow Waltz (Honky Tonk Blues)». Un álbum cocinado a fuego lento. Muy lento. Algunas de sus canciones tienen hasta 10 años de existencia. Poco a poco, Fisher ha ido conjuntándolas, dándoles forma para que encajaran entre sí en un todo. Considerando estas sesiones de Aura Lee su gran (y quizá única) oportunidad.  Seguro que el resultado hubiera gustado al viejo Mighty Hag.

 

 

Eduardo Izquierdo

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