Que Los Hermanos Cubero son una de las mejores cosas que le han pasado en este país a la música de raíz está claro desde su sorprendente aparición hace ya unos ocho años. El punto de partida, música tradicional castellana pasada por el bluegrass, podría parecer descabellado a cualquiera con dos dedos de frente, pero el resultado suena inesperadamente natural.
Ni traiciona sus raíces manchegas ni suena fuera de lugar en el mundo del folk norteamericano. No hay nada afectado en ellos cuando suben al escenario, trajeados como para una fiesta popular, elegantes y campechanos, dispuestos a ejecutar su trabajo con dedicación artesanal: concentración en los instrumentos y voces cuando tocan, con técnica, clase y sentimiento; buen humor entre canción y canción. Conectan con el público tanto en lo que ellos llaman repertorio “hardcoreta” (pasacalles, mazurcas, jotas o tonadas dulzaineras), como en las canciones propias, capaces de pasar el más difícil de los retos: sonar al lado de las tradicionales sin que se note la diferencia. El concierto se alarga, hay lugar para la emoción con «Tenerte a mi lado», se corea algún himno alcarreño y otros que retratan al currante de base («Por ganarme la vida», «Trabajando en la MCA»), y el público sale con una sonrisa de oreja a oreja, contento y satisfecho. Como dice el lema de Melodías pizarras, a veces lo antiguo es mejor y más divertido.
Texto: Carlos Rego
Foto: Federico Álvarez
