Hay dos formas de enfrentarse a la escritura de un libro. La primera es aceptar el encargo, documentarse y plasmar algo medianamente inteligible que dé el pego, pero a todas luces insuficiente para cualquier avezado en el tema. La segunda está reservada para los eruditos, solo ellos pueden volcar sobre un papel el seguimiento y la información acumulados durante lustros. Claro que todavía se puede subir un peldaño más, esto es, habría una tercera: la de Sergio Martos, un estricto musicólogo en quien la superficialidad no cabe en su prosa. Arrancando en 1975, edita la segunda parte de la trayectoria profesional de Alice Cooper —el artista, no la banda, la de esta ya fue diseccionada en Por un billón de dólares en la misma editorial—. Abruma imaginarse los años dedicados a la investigación, a la lectura de todo lo publicado, a las entrevistas realizadas y al seguimiento cercano del músico. Sí, porque superando la treintena de veces que lo ha visto en directo, solo él está preparado para dar forma a un proyecto de esta envergadura. El resultado es una majestuosa obra, tan meticulosa como accesible, tan veraz como cercana, porque otra de las virtudes del autor es la naturalidad de su relato, diametralmente opuesto a una indigerible tesis doctoral. Las opiniones intercaladas sobre Coop de Patterson Hood, Chuck Prophet, Phil Demetrion, Michael Monroe y Jon Iturbe vienen a sumarse a la fluidez de la lectura y a facilitar la contextualización del cantante en la historia del rock’n’roll. Lo siento por los anglosajones pero el mejor libro de Coop se ha publicado en España. Que se busquen ellos allí un Martos. Si es que existe.
MANUEL BETETA
