Rutas Inéditas

¡Malditos seáis! Kevin Junior

Músicos malditos. Músicos de culto. Músicos a los que sólo conocen cuatro gatos. La atracción por esos artistas cuyos innegables méritos artísticos no reciben la merecida respuesta del público siempre ha estado ahí. El gusto por escarbar en discografías subterráneas y descubrir pequeños tesoros semienterrados es inherente al aficionado al rock menos acomodado.

KEVIN JUNIOR. Demasiado corazón

Akron, Ohio. La que fuera durante décadas capital mundial del caucho, vio nacer en 1969 a Kevin Gerber. Hijo de un matrimonio de librepensadores y amantes de la música, el pequeño Kevin tuvo de niñera a una tal Chrissie Hynde antes de ingresar en el Firestone High School, de donde saldrían lumbreras del pop y el rock como la propia Hynde, Rachel Sweet, Joseph Arthur, los Black Keys o algunos miembros de Devo.

Adolescente un tanto retraído, que pasa los días escondido en su cuarto entre montañas de libros y discos, en 1985 con tan sólo quince años se muda a Chicago y empieza a fumarse clases para fumar hierba, tocar la guitarra y buscar actuaciones. Al tiempo que esboza ya la imagen que lucirá de por vida, inspirada en el dandismo de arrabal a lo Thunders, consigue algunos bolos acústicos en el Batteries Not Included, un viejo club punk en el que sus mayores le apodan the kid o junior. Lo del nombre artístico, pues, ya estaba hecho.

Al año siguiente forma The Mystery Girls, un combo de glam punk junto a al batería Scott Giampino y el bajista Tom Faulkner, que con la adición de Aaron Bright como segundo guitarra cambiará su nombre por el de The Rosehips. Con esta formación grabarán un único disco, Soul Veronique in Parchment (1994) en el sello local Red Dog. Un buen trabajo que apenas tuvo eco en casa, pero que inopinadamente llegó al número uno en los charts finlandeses, no me pregunten por qué. Tal vez una lejana conexión Hanoi Rocks, o vaya uno a saber.

Por aquel entonces retoma su amistad con Nikki Sudden y su hermano Epic Soundtracks. Cuando Epic sacó su debut Rise Above (1992), hizo una fecha en Chicago y ahí ambos congeniaron de inmediato. Tras su segundo disco, le pidió a Kevin que le montara una banda para presentar el disco en Europa; éste reclutó al bajista de Plush, Russ Bassman, y a Anthony Illarde, un viejo amigo del instituto, como batería. La banda giraría con Epic por Europa durante el verano del 94. Ambos, Kevin y Epic, cimentando una amistad cada vez más íntima. Illarde recordaba al cabo de los años que “ambos eran románticos, probablemente en el sentido más autodestructivo. Lo que movía a uno movía al otro, concretamente la música. Estaban increíblemente unidos”.

Eran buenos tiempos para Kevin. Vivía feliz con su novia desde hacía años, Karen Kiska, con la que se casaría en 1999 y tenía un nuevo plan en mente. En sus propias palabras, quería hacer algo como The Pretenders o The Waterboys, en el sentido de tener un proyecto musical en solitario pero con una banda fija. Así, manteniendo a Illarde a los tambores, con Tim Fowler como guitarra y Ellis Clark como bajista y a la vez productor, diría adiós a The Rosehips y en apenas unos meses tendría listo Gospel Morning, su primer álbum como The Chamber Strings. Grabado en los Angel City Studios de Clark (que eran a la vez su apartamento) y lanzado a mediados de 1997 en una primera edición de tan sólo mil copias en el pequeño sello Idiot Savant Music, Gospel Morning es una maravilla de pop, rock y soul blanco, con delicatessen como «Telegram», «Everyday Is Christmas», «I Can’t Lose» o el propio tema que lo titula. Y como tal fue recibido por los medios especializados, que no ahorraron elogios; la exigua tirada del disco empieza a venderse bien y giran por Estados Unidos y Europa.

Tras el tour, Kevin vuelve a encontrarse con Epic en Londres, hacen algunas fechas como dúo y graban unas demos en casa del segundo que, a la postre, serían su testamento musical, editado póstumamente como Good Things (2005). Pocos días después de regresar a casa, en noviembre de 2007, le dan la noticia de que Epic ha fallecido. Desolado, emocionalmente hecho trizas tras la muerte de su mejor amigo y compadre (sic) musical, sería ese el detonante que haría saltar por los aires su frágil equilibrio anímico. Aquejado –al igual que Epic- de tendencias depresivas desde muy joven, Kevin se dejó llevar: «Eso fue lo que lo empezó todo. Empezó un periodo de dolor que no desaparecía. Busqué ayuda profesional pero no funcionó, así que las drogas empezaron a aparecer cada vez más. La heroína parecía lo único que me permitía tirar adelante”. La heroína y encontrarse con el hermano de Epic, Nikki Sudden. A través de Jim Donahue, propietario de Idiot Savant, Nikki recibió una oferta para ir a Chicago a grabar un álbum en los estudios de Clark. Kevin, con la ayuda de Illarde, el propio Clark y otros músicos grabarían entre marzo y mayo de 1998 lo que sería Red Brocade, uno de los mejores discos de Nikki.

A finales de años retoma a los Chamber Strings, pero por aquel entonces Clark, casado y con un hijo pequeño no puede mantener el compromiso con la banda y es reemplazado por Jason Walker. Kevin, que llevaba tiempo buscando un teclista, lo encuentra en la figura de Carolyn Engelmann, presentada por amigos comunes, y con ella el line up soñado.

En 1999 encontrarían además un sello más potente en Bobsled Records, que reeditaría Gospel Morning tanto en cd como en doble LP con tres temas extra en 1999, cuando ya tenían una notable atención mediática y del público. De esos tres temas extra, dos son versiones: «Baby it’s You», el clásico popularizado por Beatles y Shirelles, y «I Pray For Rain» de Penn y Oldham, conocida sobretodo por la versión de los Box Tops. Por si alguien aún no había pillado por donde iban los tiros.

Centrados en el segundo disco, las ideas estaban muy claras para Kevin: “lo que quiero hacer es coger a Dusty Springfield y el ‘60s Memphis soul y hacer que se encuentren con el George Harrison de All Things Must Pass”. Con la banda perfectamente conjuntada, un puñado de enormes canciones y formando equipo junto a Carolyn para los arreglos de cuerdas y vientos, Kevin decía que la grabación de ese disco fue uno de los mejores momentos en su carrera.

Month of Sundays –una versión corregida y mejorada de su debut, que ya es decir- se editaría en 2001 con una excelente acogida crítica de nuevo, un show de presentación que fue sold out, la estupenda respuesta del público allí donde lo presentaran… Todos tenían la impresión de estar a punto de conseguirlo, esa sensación de que puedes conseguir lo que te propongas. Aunque fuera a pequeña o mediana escala, empezaban a ser entrevistados en emisoras importantes, iban a Los Angeles y llenaban tres noches seguidas y entre el público se veían caras conocidas como las de Jason Schwartzman o Ben Stiller. Y justo entonces, todo se fue a la mierda.

La adicción de Kevin, un secreto a voces y ante la que los demás miembros de la banda había hecho la vista gorda, más por compromiso y amistad que por otra cosa, ya era incontrolable. Todos eran amigos y querían que la banda continuara, pero no había vuelta atrás. Kevin se aísla, por primera vez en su carrera tienen que cancelar algún show y al final lo que tenía que pasar: frustración, broncas, peleas y adiós. Tras un bolo el día después de Acción de Gracias de 2001, la banda se disolvió. Y empezó para Kevin un descenso a los infiernos que duraría varios años. Separado de su mujer, se suceden las entradas y salidas de clínicas de rehabilitación, la reclusión en Akron, hasta que viaja a Los Angeles y trata de limpiarse de nuevo. No lo consigue, duerme en la calle, le arrestan, duerme en la trena. A punto de tocar fondo, hasta que lo toca realmente un día en que no puede, literalmente, levantarse de la cama. Es trasladado al hospital y diagnosticado de endocarditis, consecuencia de chutarse demasiada mandanga en malas condiciones. Tras varias semanas en el hospital regresa a Akron en 2004 y al poco recibe una llamada de Nikki Sudden para que le acompañe en un tour europeo. Kevin, que no duda de las buenas intenciones de Nikki para devolverlo a los escenarios, comentaba tiempo después que no fue una buena idea. Estar en Berlin, capital mundial de la heroína, junto a otro adicto, casi acaba en desastre: “Estar con Nikki…éramos una mala influencia el uno para el otro. Nos queríamos como hermanos, pero también nos peleábamos como hermanos; nos peleábamos por una puta papelina”

Tras el tour opta por desaparecer de la capital alemana y se instala en Londres donde un amigo de Nikki, el escritor Robert Dellar, lo acoge y lo anima a seguir luchando. Con la ayuda también de un médico que parece haber encontrado las dosis correctas de medicación, y una cierta lucidez del propio Kevin, resuelto de una vez por todas a dejar atrás los opiáceos, finalmente consigue rehabilitarse.

Limpio pero todavía hecho un guiñapo, vuelve a casa en 2005 y trata de retomar el contacto con sus músicos, que seguían adelante con un proyecto llamada San Tropez. Una primera intentona acaba con Illarde y él dándose de hostias. Había aún demasiado resentimiento.

Se hace a un lado por un tiempo, se instala en Nueva Orleans durante meses, y es ahí donde le llega la noticia de la muerte de Nikki en marzo de 2006. Resuelto a reunir a la banda, finalmente lo consigue; empiezan los ensayos en octubre y el 20 de enero de 2007 vuelven a los escenarios en el Double Door de Chicago, el primer show desde 2001.

En 2009 reabre sus archivos y compila para Hanky Panky y Sunthunder Records el disco Ruins, un magnífico compendio de rarezas de toda su trayectoria, incluyendo la época de The Mystery Girls y The Rosehips. Por aquel entonces dice tener ya compuesto enteramente el tercer disco de The Chamber Strings, a la espera de entrar al estudio y grabarlo, pero eso nunca sucederá. The Chamber Strings volvieron a saltar por los aires, esta vez de manera definitiva.

 

Kevin transitaría por la segunda década del nuevo milenio entre proyectos esporádicos sin cuajar, actuaciones en solitario y desapariciones periódicas hasta que en abril de 2015, en mitad de una mini gira por España, Los Tupper –responsables del sello Sunthunder, por cierto- consiguen que entre con ellos a grabar unos temas. De esas sesiones saldrían «Ruins», «Times Are Hard For a Dreamer», «You´re Coming Home This Xmas» y «Debris».

Kevin queda tan contento con el resultado, después de tanto tiempo sin grabar, que les dice que quiere usarlos–excepto «Debris»- para ese tercer disco en el tintero, pero que quiere que el Ep con los cuatro temas salga antes, a nombre de Kevin Junior & Los Tupper. Si Minor Seventh, editado en octubre de 2016 por Sunthunder en una edición limitada de 300 copias, en un siete pulgadas con CD incluido, sería por desgracia un lanzamiento póstumo. En enero el corazón de Kevin, siempre delicado por dentro y por fuera, finalmente tiró la toalla. Con él se fue demasiado pronto otro de esos artistas extremadamente sensibles, un artesano del pop cuyas canciones son un legado valiosísimo a la vez que dolorosamente escueto.

 

Eloy Pérez

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