Encuentros

Andrew O’Neill, escribiendo sobre los entresijos del heavy metal

De entre la amplia oferta de libros musicales que hay en la actualidad, cuesta destacar libros que se salgan del patrón biográfico con la idea de exponer vidas que en su mayoría se presumen excitantes. En el caso de Andrew O´Neill coge su gran pasión y la transforma en un libro, Heavy metal (Blackie Books), con sentido del humor y, mucho conocimiento acerca del género. Derriba mitos y crea nuevas derivadas de acuerdo a los reglamentos actuales. Aquí la charla con él en un hotel de Barcelona, y en el que precisamente, no hay ni dragones ni mazmorras.   Hola Andrew, ¿cómo estás? Para empezar, ¿qué tal por Barcelona? ¿Has podido conocer algo de la escena metalera de la ciudad?

Pues no, la verdad. Anoche fuimos a cenar a un restaurante vegano y apenas me ha dado tiempo a nada más. Es mi segunda visita aquí, ambas en plan relámpago. A la próxima espero conocer algo de la escena metalera de aquí.

En Alemania, en el norte de Europa, en Inglaterra, sí que hay focos en los que se concentran los fans, y aquí aunque haya una base amplia y generosa de fans, no quedan muchos lugares emblemáticos en los que se puedan reunir.

En Londres también ha pasado, con la especulación se han derruido locales, sitios que eran de encuentro y ahora son bares o restaurantes, y cada vez más, aparte de conciertos y festivales, cuesta encontrar locales en los que la comunidad heavy tenga un sitio para compartir sus cosas. Otro problema, es que no se venden discos, todo se hace por Internet y eso imposibilita que la gente conecte, que se creen nichos.

Las tiendas de discos han sido siempre puntos de encuentro, con 14 años iba a la calle dónde estaban todas las tiendas y allí nos reuníamos cada sábado. Era la manera de conocer a gente, de crear vínculos.

Se pueden comprar discos de segunda mano en mercadillos, pero no discos nuevos. Y eso también comporta que como los jóvenes salen menos, también beben menos, se drogan menos y lo mismo de antes, consumen menos música, al menos con la fórmula de antes. Y no quieren pagar, Estamos en una etapa de transición entre esas dos épocas.

Uno de los aspectos que caracteriza al heavy metal es que el legado pasa de padres a hijos, y quizás, es algo que sólo se da en este género, es muy difícil verlo en otras escenas. Es algo que siempre destaco.

El metal pasa de padres a hijos por su identidad, se considera importante para la formación y explica muy bien su personalidad. En cambio, si te gusta John Coltrane, es muy difícil revivir lo que pasó en los años cincuenta, participar de esa cultura. O con los Beatles. Y con el heavy metal sí porque es parte de tu vida.

No sé si has leído Fargo Rock City de Chuck Klosterman, un libro que también me encantó y que juega mucho con el sentido del humor. En tu caso, a diferencia de aquél, profundizas de manera más general, y pones el acento en el rock de los setentas. A veces cuesta saber dónde está la frontera entre el rock o rock duro y el heavy metal. Por ejemplo, si catalogar o no a Black Sabbath como heavy metal, cuando los escuché por primera vez si creía que era heavy metal, ahora lo dudo. U otros ejemplos como Led Zeppelín, Aerosmith…

 Desde luego, para mí Black Sabbath es heavy metal. El umbral ha cambiado mucho a lo largo de los años. Un factor determinante es cuando empiezas a tener revistas a mano, programas de televisión, entonces te das cuenta que no forma parte de la cultura pop, has construido otro elemento y distinto que tiene su propio ecosistema. Hay una gama muy amplia, pero para mí lo importante del heavy metal es lo que te hace sentir. Por ejemplo, AC-DC no lo es y Judas Priest sí, también tiene que ver con la imagen.

Que se publiquen libros como el tuyo es importante para saber más acerca de la historia del heavy metal, y sobre todo, para ponerlo en contexto. A veces, es un género cerrado y esto permite abrir la mente a unos y a otros. Sucede con documentales como A headbanger´s journey o Global metal, para gozarlos no es necesario tener toda la discografía de Iron Maiden.

 Tenía dos tipos de lectores en mente, la idea platónica del fan del heavy metal y mi madre. Yo no quería ser demasiado condescendiente con el fan que tenía toda la información, pero tampoco dejar fuera al lector nuevo que no sabía nada del tema, en este caso mi madre. Es lo mismo que hago en mi espectáculo, hago mis bromas a nivel interno pero no dejar al margen a los que no están tan metidos en el tema, que puedan participar. En cuanto a cómo era en los ochentas, estaba esta subcultura que separa a los skin-head, a los punks, a los heavys, y ahora esto no existe, un heavy escucha punk y viceversa, todo está más integrado. Esta fortificación ha desaparecido porque el heavy metal lleva tantos años que no necesita quien lo defienda.

Uno de los capítulos más divertidos, te tengo que decir que me morí de la risa, es cuando explicas las diferencias entre speed metal y trash metal. ¿No crees que a veces es un poco caricaturesco?

 A los metaleros no les gusta el drum n´bass y cosas así, pero también odian las partes del heavy metal que no les gustan, son muy radicales. Son estas distinciones microscópicas que permiten ver cuál es su identidad. El heavy metal tiene mucho sentido del humor, pero nosotros nos podemos reír de nosotros mismos, los demás no. Napalm Death o Cradle of Filth son nombres muy graciosos, y los británicos se ríen de ello.

 En el último capítulo del libro aprovechas para citar el Chinese democracy de Guns n´Roses y hacer mofa de ellos por todo lo que sucedió con la grabación de ese disco. No me preguntes porqué, pero antes de leerme tu libro y un día me puse el disco en el coche y no me pareció tan malo. Mi banda favorita son Mötley Crüe, ellos representan un periodo concreto de mi vida en que los músicos eran como super héroes de cómic. El año pasado vi a Aerosmith y aluciné con Steven Perry y Joe Perry, parecían salidos de la Marvel.

 A mi Mötley Crüe me parecen unos músicos horribles. En cambio, aunque no me guste mucho, Appetite for destruction es un disco increíble. No comulgo mucho con la escena de Sunset Strip, pero a ellos les tengo un cierto respeto. Con Metallica, que es mi grupo favorito, yo proyecto mis expectativas, ellos y Slayer fueron una reacción a la escena glam. Eso sí, cuando acabé el libro estuve seis meses sin escuchar heavy metal, me dediqué a los discos de Stax. Keith Richards dijo una vez que los mejores músicos tenían las colecciones de discos más extensas. Los músicos de heavy metal tienen mucha influencia del blues del Delta o del de Chicago, les gusta mirar atrás.

Te quería preguntar sobre la figura de la mujer dentro del heavy metal, ¿por qué ha costado tanto ver chicas tocando este estilo de música? En cambio, es más sencillo verlo en el pop, en el hip-hop.   

Principalmente por el patriarcado y por la agresividad, no conecta tanto. Y por la obsesión, nosotros nos metemos en una habitación y escuchamos un disco cien veces y nos aprendemos las letras. Esos chicos éramos los raritos, y cuando ellas quieren entrar se encuentran se encuentran un ambiente hostil. Para una actitud más comprometida escuchan música punk.

Por cierto, llevas una camiseta de Neurosis. Grupos como ellos abrieron otra ventana. 

 Esta experimentación viene de la sensibilidad punk. La llegada de estos grupos  surge de una mentalidad abierta, de no tener miedo a experimentar y equivocarse. Incluso, combinar black metal y bluegrass, nadie antes se hubiera atrevido con esto.

Finalmente, ¿Qué opinas del documental Some kind of monster de Metallica?

 Creo que es un gran documental, aunque me cuesta verlo. Es el problema de cuando conviertes a los músicos en tus héroes y luego te das cuenta que también son humanos.

Toni Castarnado

 

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