Discomático

Neil Young + Promise of the Real – The Visitor (Reprise-Warner)

Nos lo había avisado desde el principio. En «The Last Trip to Tulsa», de aquel primer álbum en solitario, Young declara que no quiere que nadie le ayude a talar esa palmera que tiene delante porque lleva 87 años dándole hachazos a solas. Cuando consigue cortarla, la planta aterriza sobre el Cadillac del amigo que se ofreció a ayudarle a talarla. Vaya putada, tú. Pero así es Neil, un cruce de sí mismo y un zorro, una incógnita para la fan que le escribió en «Mr. Soul», un romántico divorciándose a cambio de unas nalgas de Hollywood y el genio más abrumador, por su perenne complejidad, que el rock masivo haya parido jamás.

No comulgo con los que dicen que sus obras menores ya superan a sus trabajos indispensables. ‘’¡Herejes!’’, les grito pacharán en mano. Pero cuando mire a sus beodos ojos y me saquen The Visitor lo tendré complicado. Y es que lo poco que trascienden la mayoría de estas honestas composiciones es tan innegable como la autoindulgencia de su autor, dueño de un rebelde verbo que palidece en un nuevo disco plagado de fútiles boquetes coronados por la lamentable «Carnival», escalofriante eco de esas vomitivas congas santaneras de los saltimbanquis Promise Of The Real.

Pero, mira, nos lo advirtió, Neil hace lo que le sale del pompas y no necesita tu aprobación, menos aún la mía. The Visitor no es más que una palmera que se ha quitado de en medio. Solo espero que la condenada planta no aterrice sobre su prodigiosa mollera a modo de despedida.

 

RAFA SUÑÉN

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