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Depedro – Sala Apolo (Barcelona)

Subirse a los escenarios con la batalla ganada de antemano debe sentar bien, sobre todo a efectos de confianza, claro. Pero también es un arma de doble filo, porque uno puede salir más confiado de lo normal y acabar no dando la talla. Hace tiempo que Depedro, el proyecto de Jairo Zavala sufre ese bendito problema y, de momento, nunca ha fallado a su público. La condescendencia, el asentamiento  y el sedentarismo no van con él. Jairo y su excelente banda viven cada concierto como si fuera el último, y volvieron a demostrarlo en una Sala Apolo prácticamente llena. Desgranaron temas de todos sus discos y, ojo que igual alguno me cuelga por lo que voy a decir, demostraron que hoy en día su directo es, en cuanto a calidad y diversión, superior al de sus jefes, Calexico. Depedro funciona, y funciona muy bien. La gente corea sus temas, los baila o los escucha con atención, según se tercie. La música fluye y dejarse llevar es contagioso. Temas como «Panamericana», «Nubes de papel», «Hombre Bueno», «Te Sigo Soñando» o esa versión de «La Llorona» tan suya lo ponen fácil para salir encantados. Pero por eso de que, como decía al principio, Jairo no se confíe, ahí van un par de peros. A servidor no puede sino hacérsele innecesario que en una sala que ronda el millar de personas el grupo interprete desenchufado un tema en medio del público. El 80% del aforo no sabe lo que sucede en unos momentos mucho más propios de sala pequeña.  Por otro lado, el arreglo acústico de «Chilla que tiemble» empequeñece una canción enorme. Y ya está. Acabo con la parte agria. Porque,  ya les digo, que es solo por ponerme quisquilloso e intentar no parecer que me gustó tanto como lo hizo. Por ser consecuente con el principio, ya saben.

 

Eduardo Izquierdo

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