Rutas Inéditas

¡Malditos seáis! Wander Wildner

Músicos malditos. Músicos de culto. Músicos a los que sólo conocen cuatro gatos. La atracción por esos artistas cuyos innegables méritos artísticos no reciben la merecida respuesta del público siempre ha estado ahí. El gusto por escarbar en discografías subterráneas y descubrir pequeños tesoros semienterrados es inherente al aficionado al rock menos acomodado.

WANDER WILDNER ¡Punk Brega!

 

Barcelona, otoño de 1996. Una tarde me paso por el piso que hacía las veces de redacción de la revista gratuita Rocks, a ver qué material nuevo había llegado de los sellos que nos suministraban mandanga, y de entre la pila de cds me llama la atención uno titulado Baladas Sangrentas, de un tal Wander Wildner. Le pregunto a Félix, inquilino y director, y me dice que aquella misma mañana había pasado por allí un friki brasileño a entregarlo en mano, que era su disco de debut y que ya que estaba de vacaciones por la Ciudad Condal, aprovechaba para dejar unas copias del cd y tocar en Las Ramblas a ratos perdidos.

Me lo llevé a casa con curiosidad y desde la primera escucha me enamoré de su música. Allí había energía y melodía, trallazos y humor inteligente, una voz áspera y muy personal…y por encima de todo ese punk rock que siempre me ha gustado, potente y elegante, cantado además en un portugués que encajaba como un guante. Pero en 1996 eso de internet como que aún eran quimeras así que, sin poder contactar con él, me limité a hacer la reseña del disco para la revista y llevarlo fijo en el coche. Baladas Sangrentas (1996), con mitad de material propio y mitad ajeno, tenía de todo: punk clásico («La Playa», «Ustê», la versión del «Lonely Boy» de los Pistols), garage («Burguês»), desvaríos fronterizos («Empregada», «Freira Desalmada», «Lugar do Caralho»), pop guitarrero de etiqueta («Bebendo Vinho», «Eu Tenho Uma Camiseta Escrita Eu Te Amo») y hasta una estupenda versión del «Ganas de Vivir» de Juan Suárez, popularizada pocos años antes en El Mariachi de Robert Rodriguez.

Un tiempo después, en los albores de la red de redes, empecé a curiosear sobre artistas más o menos oscuros y me topé con su página. Contacté con él, y le hice una entrevista que apareció on line poco después, en la que entre otras cosas me confirmó ser fan de Nick Cave y Tom Waits (de hecho en su tierra se le conoce como el Nick Cave brasileño). Todo empezaba a encajar con lo que yo había intuido: su música, su imagen, su sentido del humor y su cordialidad, que refrendó enviándome al cabo de poco su segundo disco, Buenos Días!

https://www.youtube.com/watch?v=4pBYcfTnGWg

Pero antes de continuar con su carrera en solitario, rebobinemos más de una década atrás, para encontrarnos a nuestro hombre en sus inicios al frente de Os Replicantes, una de las bandas pioneras del rock gaúcho, término usado para referirse a los grupos del estado brasileño de Rio Grande do Sul. En su capital, Porto Alegre, cuatro jóvenes músicos graban en 1984 un primer single y un Ep de cuatro temas que editan en su propio sello, Vórtex, y que distribuido de forma independiente, liquida las dos mil copias prensadas. Se empiezan a hacer un nombre a lo largo y ancho del país, fichan para RCA y en 1986 publican O Futuro é Vórtex. Gracias al tema «Surfista Calhorda», que se convierte en un hit, pueden volver al estudio casi de inmediato para su segunda entrega, Histórias de Sexo e Violência (1987). Su fama crece y su punk rock madura pero en 1989, tras apenas un par de shows en la gira de presentación de su tercer disco, Papel de Mau (1989), Wander deja la banda, que sigue adelante sin él. Años más tarde recordaba así los primeros años del grupo: “la idea no era hacer una carrera: tres amigos y una amiga se propusieron hacer la banda porque no había nada para hacer en Porto Alegre, porque la música en la radio era una mierda. Yo trabajaba en iluminación de conciertos, y en una gira de cuatro meses por Brasil con Alceu Valença mis amigos me contaron por teléfono que iban a formar una banda. Yo, bromeando, les dije que iba a ser integrante del grupo. Ya habíamos hecho cine, teatro y televisión juntos, éramos todos amigos.(…). Pero ellos se fueron de vacaciones y dejaron una cinta. En un mes habían creado siete canciones clásicas: fue un asunto de suerte, porque no sabían tocar nada de nada; se animaron porque sabían que los Sex Pistols no sabían tocar. Me pasé un mes haciendo karaoke con el casete, así que cuando volvieron me había transformado en el cantante de la banda”.

La primera mitad de los noventa la pasa entre Rio de Janeiro, de nuevo trabajando en iluminación con el mismo equipo y Porto Alegre, con bandas esporádicas (Sangue Sujo, Los Encarnados) en las que, al fin y al cabo, él era quien lo hacía todo. Rumiando iniciar una carrera en solitario, dos conciertos a los que asiste fascinado – Júpiter Maçã en Sao Paulo, en su época dorada, y un recital de Adriana Calcanhotto en Río de Janeiro- suponen el punto de inflexión. En 1995 entra a grabar Baladas Sangrentas, y de ahí volvemos al inicio de nuestra historia.

Tras recibir su segundo trabajo, Buenos Dias (1999), vi que todo seguía en su sitio. Nueva combinación de temas propios y ajenos, nueva exhibición de punk de autor, en esta ocasión acompañado por sus paisanos Chulé De Coturno, banda gaúcha de la que incluye su clásico  «Quase Um Alcoólatra». Un segundo paso en firme que le llevaría a Eu Sou Feio… mas Sou Bonito! (2001), un tercer álbum espléndido en todos los sentidos, uno de sus mejores trabajos repleto de clásicos en su posterior repertorio. Sin renunciar, de nuevo, a su faceta más guitarrera, aquí los triunfos se los llevan medios tiempos entre lo acústico y lo eléctrico tan sobresalientes como «Mantra Das Possibilidades», «Damas Da Noite», «O Sol Que Me Ilumina» o «Anjos e Demônios». Un diez como una catedral, que le asentaba ya como uno de los artistas cariocas más importantes y personales, con una prometedora carrera que, no obstante, se vio momentáneamente interrumpida con su vuelta a Os Replicantes al año siguiente. Con la salida de Carlos Gerbase, Wander retoma su puesto de vocalista y, tras algunos shows en Porto Alegre, entran a grabar Go Ahead (2003), el que será sexto disco de la banda y con el que viajarán por primera vez a Europa en un tour por veinticuatro ciudades en menos de un mes.

A la vuelta y sin abandonar el grupo, Wander encuentra tiempo para trabajar en su cuarto disco. Paraquedas do Coração (2004) es un disco esencialmente acústico que incorpora un cuarteto de cuerdas y en el que Wander y sus Comancheros (banda de acompañamiento que irá variando con el tiempo) dan una nueva vuelta de tuerca a su sonido versionando a Iggy Pop («Candy»), Ramones («Eu Acredito em Milagres») o a los propios Replicantes («Hippie-Punk-Rajneesh»). El relativo éxito de la magnífica «Eu Não Consigo Ser Alegre o Tempo Inteiro», uno de sus temas más logrados y cuyo clip fue programado con asiduidad por MTV Brasil hizo que la exigua tirada del cd (2000 ejemplares) se agotara en poco tiempo, la mayoría vendidos directamente en los conciertos.

Con apenas un año de diferencia aparecerán dos recopilatorios de su material hasta la fecha. No Ritmo da Vida: Hits (2004), que venía como cd de regalo en la revista OutraCoisa y 10 Anos Bebendo Vinho (2005) contienen un track list similar, competentes resúmenes ambos de lo facturado hasta aquel entonces por Wander.

En mayo de 2006 Os Replicantes vuelven a Europa con el tour Old School Veterans Braziliasta, pero a la vuelta, tras algunos shows en Rio Grande do Sul, Paraná y São Paulo, Wander decide centrarse de nuevo en su carrera en solitario y deja al grupo.

Volvemos a tener noticias de él en 2008 con La Canción Inesperada, en el que reprende la senda iniciada con Paraquedas do Coração, mostrando su eclecticismo con la versión del «Without You» de Badfinger y sumando otro hit menor a su trayectoria con « O Reverendo Rock Gaúcho», un sentido homenaje a docenas de bandas y artistas que le son más que conocidas pero que según él quedaron injustamente en un segundo plano: “las mejores bandas no llegaron a ser conocidas, se terminaron antes, duraron uno o dos años. Es una característica de Porto Alegre: las bandas son muy buenas, hacen un trabajo perfecto, pero se pelean y se separan”.

En cualquier caso las veinte mil copias vendidas del disco le situaban ya en un estatus,  si no justo, sí al menos más cercano a lo que realmente merecía por méritos y trayectoria. Nuevas giras y proyectos, viajes y bolos desde Montevideo a Buenos Aires hasta un nuevo trabajo, en este caso casi enteramente de versiones titulado Caminando y Cantando (2010), en el que repasa a artistas vecinos moviéndose de nuevo en ese terreno folk rock de raíces punk que tan bien domina.

Un folk que seguirá predicando en Mocochinchi Folksom (2013) pero que abandonará mayormente en Existe Alguém Aí? (2015) para volver a su lado –no diremos punk, porque punk en el fondo siempre lo ha sido, hiciera lo que hiciera- más rock, enchufando las guitarras, acelerando los tempos y recuperando viejas sensaciones.

Sin tiempo que perder regraba sus temas más conocidos para Wanclub (2016), un greatest hits inédito cachondamente subtitulado Músicas para dançar – Volume 59, que sale al mercado prácticamente a la vez que su décimo disco en estudio, A Vida é uma Toalha Estendida no Varal. Una discografía sin un solo altibajo la suya, a la que acaba de sumar este pasado enero De Gritar me Cansei Rouco e ao Pensar No Mundo Eu me vi Louco, otra colección de canciones que le muestran en plena madurez artística, siempre inquieto pero a la vez asentado en una posición que le permite ser referencia del rock brasileño de las últimas décadas, aun siendo un total desconocido (o prácticamente) en el resto de continentes.

Visceralmente romántico, Wander es tanto un cantautor sensible como un punk irredento, un artista orgulloso de serlo con unos ideales que, no por un tanto ingenuos, dejan de ser auténticos. Nómada por vocación y casi obligación, hace tiempo decidió renegar de su país y dedicarse a pasear sus canciones allá donde le reclamen. En 2010 declaraba al respecto: “decidí que voy a recorrer el mundo. No tengo más casa, vivo dentro de mis pantalones. Quiero pasar temporadas en lugares y estar en Brasil sólo para dar recitales y visitar amigos. No me siento bien caminando por las calles de Brasil. Veo una desigualdad muy grande, pero la gente está muy feliz, nunca estuvieron tan felices. (…) Todos tienen dinero para comprar cositas: celulares, televisores de 29 pulgadas. Pero yo no soy feliz. ¿Cómo voy a vivir en una ciudad donde no puedo compartir nada? (…) Por eso voy a pasar temporadas de tres meses afuera, y volver y volver”.

Como en otras ocasiones, el malditismo del personaje es subjetivo, y en este caso viene dado tanto por su particular carácter y filosofía de vida, como por los referentes que han hecho de su música –brillante, emotiva, divertida, intensa- un legado prácticamente invisible fuera de sus fronteras. Denle una oportunidad, no se arrepentirán.

Por cierto y para todo aquel que haya llegado hasta aquí y se pueda preguntar qué significa ese “punk brega” que titula este artículo, aquí va su propia explicación: “el brega es una característica brasileña, principalmente en el nordeste. Yo lo defino como una persona simple que el fin de semana se viste con las mejores ropas para ir a una fiesta: zapatillas blancas, pantalones rojos y una camisa floreada. Es su mejor vestimenta y va a la fiesta muy seguro de sí mismo. Para la clase media “brega” es algo despectivo; los cantores brega no se asumen como brega. Se volvió un peyorativo. Yo digo “sí, soy brega”

 

Eloy Pérez

One Comment

  1. Y mirá pues… dando saltos por canciones curiosas terminé en aquellas que tuviesen de temática el vino y como un olor novedoso apareció en mis oídos la tonada de Wildner con una voz ronca y rasgante en el melodioso fondo, como una invitación a seguirle, a tararearle… a saber quién ese sujeto que un rato canta, otro grita, otro alaréa y todo el tiempo parece incitar.

    Buena nota, gracias. Me aclaran la vida de una voz sin rostro que llevo rato escuchando.

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