Rutas Inéditas

¡Malditos seáis! Dave Kusworth

Músicos malditos. Músicos de culto. Músicos a los que sólo conocen cuatro gatos. La atracción por esos artistas cuyos innegables méritos artísticos no reciben la merecida respuesta del público siempre ha estado ahí. El gusto por escarbar en discografías subterráneas y descubrir pequeños tesoros semienterrados es inherente al aficionado al rock menos acomodado.

DAVE KUSWORTH – The Birmingham Kid

En la Inglaterra de la primera mitad de los ochenta si había algo que no estaba de moda en absoluto era el rock’n’roll clásico. Ni sus sonidos, ni su estética, ni gran parte de su filosofía. Lo que en la década anterior había sido bandera y tendencia ahora se veía caduco, casi antediluviano.

Pero entre la gelidez del afterpunk, la ligereza de la new wave y las tachuelas de la pujante NWOBHM, a una serie de mozalbetes residentes en las Midlands -desvirgados con la avalancha del 77-, les dio por echar la vista atrás hacia el blues y el glam, hacia la sagrada dupla Faces/Stones con parada en New York Dolls y Heartbreakers. Y así, desempolvando guerreras de terciopelo y botines de piel vuelta, foulares y camisas zíngaras, se dedicaron a reivindicar un rock romántico y etílico en las antípodas de lo que medios y público demandaban. De entre esa camada, reivindicable en conjunto, el nombre que nos ocupa aglutina prácticamente todos los tics que la definieron.

Oriundo de Birmingham, la primera pista sobre Kusworth –como la de tantos otros compinches generacionales- la encontramos cuando deja la Moseley Art School para montar un combo adolescente de nombre y sonido stooge. TV Eye pasearon por los clubs de la ciudad (Barbarella’s, Rebbecca’s, el Romulus) su raw punk garagero en una carrera que apenas llegó a los dos años y no dejó registro sonoro hasta que el año pasado Easy Action editó un vinilo de edición limitada a 300 copias (con la promesa de relanzarlo en CD) titulado The Lost Studio Recordings. Cinco temas incluyendo el pequeño clásico «Stevie’s Radio Station», y seis más tomados de unas sesiones de sonido más bien pedestre componen uno de esos documentos de valor más histórico que auditivo.

Tras la disolución de la banda no pasará mucho tiempo hasta que Dave reaparezca en escena con The Subterranean Hawks. Recuperando a Paul Adams y Dave Twist de TV Eye, y con el añadido de Stephen Duffy y Simon Colley, la banda funcionaría del 79 al 81 de forma más o menos regular, pero sin pasar del más estricto underground. Duffy recordaba un tiempo después que “sin management, el grupo no sabía muy bien qué hacer. Con management, la mayoría de miembros hubieran sido despedidos. Los Subterranean Hawks demostraron que el rock’n’roll o bien estaba muerto o rebuscando precipitadamente entre las complejidades del derecho de sucesiones y las posibilidades de reencarnación. Demostraron que no era ni posible ni plausible ser una banda de rock’n’roll en los años ochenta. Ahh, tal vez no fuera culpa del rock’n’roll”. Fuera de quien fuera la culpa, la banda tan sólo llegaría a grabar un single con Bob Lamb –el seminal «Big Store»- publicado en el tercer volumen de What A Nice Way To Turn Seventeen (1984), la imprescindible colección de fanzines y recopilatorios auspiciada por Chris Coleman, y un segundo sencillo en 1980 -«Words Of Hope /Sense Of Ending»- con el nombre del grupo acortado a The Hawks. Se sabe que grabaron una demo con unos quince temas, pero a día de hoy nadie se ha animado todavía a editarla.

Antes de seguir, una curiosa conexión para los aficionados a la intrahistoria del rock: antes de los Hawks, Duffy y Colley formaron parte de la primerísima encarnación de Duran Duran junto a Nick Rhodes y John Taylor; y cuando lo dejaron para unirse a Kusworth, el lugar del cantante –hasta la llegada de Simon Le Bon- lo ocupó provisionalmente Andy Wickett, que había estado al frente de TV Eye. Cosas del paisanaje.

El siguiente capítulo en el batiburrillo de bandas por las que transitó Kusworth en aquellos años se llama Rag Dolls. Un nuevo grupo junto a Simon «Slim» Cartwright, Mark Lemon y Carl Bevan que perpetraría varias actuaciones y tres sesiones de estudio entre 1982 y 1984 de las que apenas si vieron la luz un par de temas en sendas recopilaciones de la época. Otra injusticia histórica paliada por Troubadour con Such A Crime (2015), una integral de dieciocho temas entre los que ya encontramos las primeras versiones de «Pin Your Heart to Me» y «Snow White», que pasarían a formar parte del repertorio jacobita al cabo de muy poco.

De hecho Nikki Sudden ya había llamado a la puerta de Kusworth en 1982, pero aún liado con sus primeros discos en solitario, la asociación entre ambos (originalmente llamada Six Hip Princes) no se establecería definitivamente hasta 1984. ¿Y qué hizo Dave mientras? Tocarse las pelotas no, eso seguro. De hecho lo que hizo fue fichar por una banda que respondía al nombre de Dogs d’Amour, grabar su debut The State We’re In (1984) y girar con ellos teloneando a Johnny Thunders en el tour de Que Sera, Sera.

Pero lo de los Jacobites parecía ir en serio, así que Dave no tardó en ser reemplazado por Jo «Dog» Almeida y pasó a asociarse con el que sería, hasta su muerte en 2006, socio, amigo y, podríamos decir, alma gemela en lo musical. Con la ayuda del hermano de Nikki, Epic Soundtracks a la batería y el bajista de los Rag Dolls Mark Lemon, quedaba establecida la primera formación de los Jacobites, que dejaría para la historia un primer single -«Shame for the Angels»- y un álbum homónimo en 1984, y una obra maestra como Robespierre’s Velvet Basement al año siguiente. Dave y Nikki coincidían en casi todo: en sus artistas favoritos, en su modo de componer y grabar, en su forma de vestir y en su gusto por las drogas, el alcohol y las mujeres. Una versión simplificada del dúo Jagger/Richards, espejo en el que se miraban sin disimulo, que desde un enfoque acústico y distintos frentes–punk, glam, folk, rock 70’s- consiguió plasmar perfectamente lo que ambos llevaban esbozando, por separado, desde hacía años.

Unas cuantas giras repletas de triunfos y calamidades a partes iguales terminan con la banda en 1986. Nikki se había establecido en Hamburgo, en casa de su novia, y entre la distancia por un lado y las ganas de dar salida a material propio fuera de los Jacobites por otro, Dave salta del barco no sin antes tener perfilada su nueva singladura. The Bounty Hunters eran –de nuevo- viejos conocidos –Alan Walker, Glenn Tranter y Mark MacDonald- dispuestos a secundar al jefe. Unas primeras grabaciones entre mayo y diciembre de 1986 darían pie a Dave Kusworth: The Bounty Hunters (1987), un debut que pese a su calidad no suscitó demasiada atención y al que siguieron dos magníficos elepés que pueden contarse entre lo mejor grabado por Kusworth aparte de los Jacobites: Wives Weddings & Roses (1988) y Threads – A Tear Stained Scar (1989) son dos magníficos discos de rock’n’roll a la vieja usanza, cargados de corazones rotos, botellas vacías y arrebatado romanticismo. Dos pequeños clásicos que, por supuesto, tampoco reventaron los charts pero que ahí están, reeditados recientemente, para quien quiera descubrirlos.

La nueva década traería el que sería el primer disco editado exclusivamente bajo su nombre (aunque los Bounty Hunters no dejaban de ser “su” banda). Con la ayuda de secuaces ya conocidos en esta historia (Bevan, Tranter) y diversos invitados, en 1991 se publica All The Heartbreak Stories, otra colección de canciones marca de la casa, de esas que huelen a vino, nicotina y perfume de antiguas novias.

Su carrera en solitario quedaría interrumpida poco después. En 1993 Regency Sound reedita en CD los dos primeros discos de los Jacobites y anima a Nikki y Dave a resucitar la banda. Dicho y hecho, la nueva formación –con Tranter, Carl Eugene Picôt y Mark Williams- no tardaría en entrar a grabar Howling Good Times (1994), una puesta al día del sonido jacobita, mucho más eléctrico y luminoso que el original pero sin perder las esencias. Desde ese año hasta prácticamente final de siglo editarían tres discos más: Old Scarlett (1995), Heart Of Hearts (The Spanish Album) (1995) y God Save Us Poor Sinners (1998), y se embarcarían en nuevas y caóticas giras por media Europa.

Kusworth por su parte aprovechó tiempo libre en esos años para publicar otra maravilla a su nombre titulada Princess Thousand Beauty (1996), imprescindible para cualquier fan. Pero los Jacobites no eran una banda demasiado estable, al menos en la carretera y, sin separarse oficialmente, dejaron de funcionar como tales.

Al igual que Nikki, Dave se monta otro tinglado en menos que canta un gallo, para hacer lo único que sabe hacer: tocar rock’n’roll del de toda la vida. Así, bajo el nombre de Dave Kusworth & The Tenderhooks grabaría un mini álbum –Her Name in the Rocks (2001)- y tres discos casi consecutivos: English Disco (2001), Dave Kusworth And The Tenderhooks (2003) y Like «Wonderland Avenue» In A Cold Climate ‎(2004), todos ellos con su viejo colega Dave Twist a la batería y otros sospechosos habituales dependiendo de la grabación. Una buena manera de introducirse en este periodo es hacerse con The Monkey’s Choice / The Kitchen Sink (2017), doble recopilatorio del material Tenderhook recién salido del horno, como quien dice.

Con la muerte de Nikki en 2006, los Jacobites pasaban definitivamente a la Historia y Dave bautiza su nuevo proyecto (en realidad es siempre el mismo con ligeras variaciones en nombre e integrantes, ya lo habrán adivinado ustedes hace rato) como The Dave Kusworth Group, haciéndose acompañar de Twist, Eamon Duffy y Darrel Bath.

Silver Blades (2006) salió inicialmente en una primera edición rusa (Kusworth, como el resto de toda esta pandilla, tiene fans en las latitudes más insospechadas), para luego publicarse como The Brink (2009), acompañado de un segundo disco con demos y versiones alternativas, edición a cargo de Troubadour, una vez más.

Cambio de década y cambio –relativo- de aires. Amigo desde tiempo atrás de Los Tupper, el magnífico grupo norteño que no debería necesitar presentación por estos lares, durante una serie de fechas en las que ejercen de banda para nuestro hombre en gira por España buscan tiempo para meterse en el estudio y graban una joya a catalogar como de las más valiosas en una colección ya de por sí incalculable. Editado por Sunthunder, Throwing Rocks in Heaven (2012) es, en palabras de los propios Tupper, “una colección de canciones que viajan desde paisajes idílicos, hasta los callejones más oscuros”.

 

Y en ello estamos y seguimos, cinco años más tarde, tras algunas visitas más de un Dave que aún aguanta candela pese a toda la mili que lleva encima. Disfrutando de su directo y de una discografía amplísima. Al respecto, y si tienen la oportunidad o la suerte de encontrarlos, unas últimas recomendaciones en forma de recopilatorios: Champagne Eyes, Lemonade Pockets (1992), el completísimo doble In Some Life Let Gone Anthology: 1977-2007 (2007) y Tambourine Girl (2008), compilación de outtakes y material inédito escogido por el propio Dave.

Y ya para terminar, tras esta pequeña avalancha de títulos y datos que desearía hayan suscitado su curiosidad ni que sea mínimamente déjenme aconsejarles con qué regar sus audiciones: del 77 al 89, unas pintas de tostada o negra. Para los noventa, descorchen un tinto crianza que sea decente. De ahí en adelante, malta escocés. Sin hielo, por supuesto.

 

Eloy Pérez

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