Para su eterna desgracia en un país en el que una personalidad única solo garantiza la invisibilidad, Doctor Divago es de esos grupos especiales que no encajan más que en su propia categoría. Reconocibles en los primeros compases de cualquiera de sus canciones, son un raro caso de banda a la que la madurez le ha ido llegando acompañada de un paulatino refinado de su áspera idea inicial sin por ello restarle un gramo de energía. Musicalmente, siguen siendo capaces de retorcer el clasicismo de una propuesta alimentada de rock asilvestrado y pop sesentero con requiebros melódicos inesperados, arreglos que parecen beber del espíritu de cada tema y guitarras que combinan puñetazos y caricias con elegancia. Las letras, cada vez más certeras y depuradas, han dejado atrás cierta querencia por la oscuridad. Todavía exigen atención para sacar todo el jugo a la colección de historias torcidas y sinuosas cavilaciones que escribe Manolo Beltrán, pero la recompensa, ese ‘’sentir el aguijón en el invierno de esta vida adormecida’’ que cantan en «Engáñame», es mucho mayor que el esfuerzo exigido. Uno tiene debilidad por Imperio, su antecesor, pero este Complejo Alquería Frailes 13 se queda muy cerca, y está al alcance de muy pocos grabar sus mejores discos tras casi treinta años de carrera.
CARLOS REGO
