Tras décadas de carrera y seis discos, Ainara LeGardon se pasa al castellano en su nuevo álbum pero mantiene intactas el resto de sus señas de identidad. Sus canciones, esas llamaradas sonoras que pueblan sus discos, siguen siendo territorio comanche para cualquiera que no cuente con una coraza forjada a base de darle oportunidades al Metal Machine Music del añorado Lou. En «Como Lobos», que abre el disco pulsando una cuerda de guitarra como tocando a muerto, ya se ponen todas las cartas sobre la mesa. Combinar algo que parece un canto gregoriano con una guitarra distorsionada de fondo, y salir airosa, es algo solo al alcance de artistas que aman el riesgo y carecen de zona de confort delimitada. La filosofía DIY y la improvisación que Ainara divulga en conferencias y escritos se llevan aquí hasta las últimas consecuencias, usando el estudio como afilada espuela para picar la inspiración. Harían falta varias páginas para explorar piezas inabarcables como «La Isla (Hasta Quebrar)», los estallidos de «No Ha Sido Ni Es» o los más de quince minutos de «Agota», así que resumamos: Ainara LeGardon sigue siendo la reina del susurro y la indiscutible emperatriz de los silencios. Archívese junto a Swans o los últimos discos de Scott Walker.
FIDEL OLTRA