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Kvelertak, Kafe Antzokia (Bilbao)

Hay citas que a priori, apuntan alto, pero que cuando el grupo se despide del público comienzas a ser consciente de que has formado parte de un ritual mágico, uno de esas actuaciones que recuerdas durante años. Y la descarga que Kvelertak ofreció en Bilbao fue sin duda una de ellas. Hacía muchos años que el Kafé Antzokia no vibraba como con los noruegos en un concierto sin altibajos, pleno de intensidad sonora con seis hombres en perfecta comunión con un público que abarrotaba la sala y eso que era domingo por la noche. Y sobre todo hay que destacar el esfuerzo de un grupo que alterna su papel de telonero de Metallica con encabezar su propia gira, una cita con un público que está por los hombres de negro y posiblemente no les conozca, otra cita ante un recinto más pequeño pero entregado. Una noche en un recinto muy grande, la otra en dimensiones más reducidas pero con la seguridad de que la comunión será más plena.

Y ese esfuerzo tanto físico como mental está al alcance de muy pocas bandas. Kvelertak es una de ellas y en su tercera aparición por el País Vasco (las dos anteriores en 2015, en el Azkena Rock Festival y más tarde como teloneros de Anthrax y Slayer, del Rock al Metal sin titubear) ofrecieron una actuación brutal, aplastante. Seis hombres con una única misión, dejar claro que su arriesgada apuesta tiene unas bases más que sólidas. Abrieron Nag, un trío también de Stavanger (de donde son los propios Kvelertak) que descargó algo más de quince temas en 37 minutos, con una apuesta que oscilaba entre el hardcore más seminal con pinceladas metaleras en canciones que apenas sobrepasaban los dos minutos, intercalando voces guitarrista y batería, con un sonido furioso y cortante.

Tras ellos llegaban los protagonistas de la noche. La hora del búho noruego, que apareció como es costumbre encima de la cabeza de Erlend Hjelvik mientras sonaban los acordes de “Åpenbaring”. Y a partir de ahí el Antzokia echó a volar. Kvelertak ofreció 18 temas, bien repartidos entre sus tres discos (siete de su debut “Kvelertak”, seis de “Meir” y siete de su último trabajo, “Nattesferd”) en una actuación sudorosa, eléctrica y totalmente hipnótica. Desde la terna de “1985”, “Berserkr” (un bombazo en toda regla) y “”Evig Vandrar” ya reinaban sobre un público que bailó y saltó desde la valla protectora (algo complicado de ver por estos lares) hasta la mesa de sonido. El “Black´n´Roll” del sexteto escandinavo tiene algo oscuramente malvado, la potencia de los tres guitarristas combinada con una sección rítmica pétrea se convierten en algo adictivo cuando se escuchan los agudos del Black Metal más perturbador del mundo, ese que nació junto a los bosques noruegos.

Una combinación que choca cuando no la has vivido antes pero que si eres acólito la buscas indefectiblemente. “Nattesferd”, la canción que da título al último disco y a la gira servía de introducción perfecta a la locura que se vivió con un “Ordsmedar Av Rang” con un sabor que hubieran firmado los mismísimos Stooges de Iggy Pop. En muchos momentos del concierto se pudo apreciar que estos noruegos beben de fuentes tan fiables como los Kiss o Cheap Trick más intensos, porque en el fondo hay mucho Rock bajo ese halo metalero oscuro que subyace en la voz de Erlend Hjelvik. El concierto se basó en los temas del disco que da nombre a la gira y en su primer trabajo, dejando el inicio y el final para los cinco de “Meir”.

Quizás la estructura más básica y furiosa de los inicios de su carrera pedía una conjunción de canciones en directo para conectar con la electricidad del ambiente y Kvelertak guió a la audiencia con suficiencia para lograr que se corearan puño en alto temas tan apabullantes como “Blodtørst” o “Svartmesse”, algo complicado porque la apuesta de cantar en su lengua natal no ayuda demasiado. Pero el lenguaje universal de las guitarras, todos lo entendemos. El bis de tres canciones fue el colofón a la fiesta. La enorme bandera ondeada con su logo, los tres guitarristas tocando mientras eran sostenidos en volandas por el público y sobre todo, el tema final que da título a su primer trabajo y lleva el nombre del grupo (aunque esté presente en el segundo) llevaron al final de un concierto demoledor. Hipnotizados por el búho del norte, poco más de hora y media de liturgia con los sonidos más primigenios del Rock y del Metal, sin duda, un tiempo bien invertido.

Texto: Michel Ramone

Fotos: Dena Flows

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