El pasado 1 y 3 de febrero tuvieron lugar, en el Wizink Center de Madrid y en el Auditori del Fòrum de Barcelona, los dos conciertos en España del músico Steven Wilson, en el seno de la gira de presentación de su último álbum de estudio en solitario, To the Bone, de 2017. Tuve la oportunidad de asistir al show de la ciudad condal, la primera vez que vi al artista inglés tocar en directo, y fue una experiencia sensorial inolvidable.
Desde mi punto de vista, Steven Wilson es uno de los rockers con más genialidad musical de la actualidad. Tal y como siempre manifiesta, su principal influencia ha sido y sigue siendo el Dark Side of the Moon, de Pink Floyd, al que tuvo oportunidad de escuchar por primera vez cuando aún no había cumplido los diez años. Ya en esa etapa de su infancia, Wilson había aprendido a tocar la guitarra clásica por su cuenta, así como a manejar una grabadora de varias pistas que su padre le regaló.
Debido a la participación del artista inglés, durante la adolescencia, en varios conjuntos influenciados por el metal, la psicodelia y el post-punk, aprendió por sí mismo a tocar varios instrumentos, lo que lo llevó a ser el excelente músico multinstrumentista que es a día de hoy. Wilson, generalmente, en la producción de los trabajos de estudio, es quien aporta el sonido tanto de guitarras de todo tipo como de teclados, y también suele participar en la ingeniería de sonido.
A pesar de su colaboración en multitud de proyectos y bandas de rock, el grupo con el que Steven Wilson consiguió los mayores éxitos y el máximo reconocimiento de su carrera fue Porcupine Tree (1987-2009), que se sitúa en el género del rock y metal progresivo. Y es que conviene tener en cuenta que, desde los años ochenta, el progresivo clásico ha ido sufriendo un declive, sin contar con demasiadas bandas de nueva creación, siendo el metal progresivo el estilo que ha gozado de un mayor desarrollo, con grupos de primera línea como Dream Theater, Opeth o Anathema. No obstante, en la discografía de Porcupine Tree se pueden apreciar las influencias directas de los clásicos progresivos como Pink Floyd, King Crimson y Genesis, y cómo el grupo consigue mantener la línea de este género que tuvo su apogeo en los años setenta.
Steven Wilson, pues, con el proyecto de Porcupine Tree a sus espaldas, se consolidó como el principal representante más contemporáneo del rock progresivo, tanto en su vertiente clásica como en la fusión con el metal. El artista continuó la misma tendencia en los siguientes cuatro álbumes de estudio en solitario, todos ellos altamente recomendables: Insurgentes (2009), Grace for Drowing (2011), The Raven That Refused to Sing (2013) y Hand.Cannot.Erase (2015).
https://www.youtube.com/watch?v=c3pxj8LnruQ
No obstante, con el último disco To the Bone, Wilson rompe con su estilo característico de puro progresivo y presenta, por primera vez, un trabajo dominado por el pop. Cabe decir que tampoco se puede afirmar que es un álbum de pop estándar. Se pueden apreciar, a lo largo de las pistas, numerosos elementos de progresivo, y las canciones son cuidadas hasta el último detalle, sello Steven Wilson. Se acerca, pues, al estilo que podríamos calificar como “pop progresivo”, siendo también buenos ejemplos de dicho género el mítico So (1986) de Peter Gabriel, el The Seeds of Love (1989) de Tears for Fears o el Roxy Music (1972) de la banda homónima.
Como era de esperar, el nuevo enfoque del álbum ha provocado reacciones negativas por parte de los «dinosaurios» del progresivo, que han manifestado críticas que se pueden sintetizar en la siguiente expresión: «con lo que era Steven Wilson, y ya se ha vendido por la música fácil y comercial». Incluso el propio artista, en las entrevistas más recientes y en el mismo concierto del Auditorio, cuando se disponía a tocar el tema más pop de To the Bone, “Permanating”, ha tenido que justificar la nueva tendencia que ha adoptado su último trabajo. Sus principales argumentos de defensa consistían en que él también se ha criado con el pop y new wave de los 80, de modo que es un estilo que también forma parte de su ADN; que es posible hacer pop bueno, como tantas bandas han hecho, partiendo de los clásicos The Beatles o The Beach Boys; y que su cuerpo le pedía una transición musical respecto la tendencia que había mantenido hasta ahora.
Cuando un melómano abierto de mente escucha To the Bone o asiste a uno de los impresionantes directos de Wilson, se da cuenta de cuán atrevida es la ignorancia, y no entiende que un genio de la música tenga que justificar evolución musical alguna. Ya se excusará cuando publique desechos, cosa que no es previsible en un horizonte cercano.
Texto: Ricard Martí Grau
Foto directo Barcelona 2018: Xavi Mercadé
Súper de acuerdo.
Suscribo CADA PALABRA.
De hecho he pensado en denunciarte por plagiar mis pensamientos. 🙂