Alguno dirá que los discos de artistas invitados en el blues son excesivos, e incluso pura estrategia comercial sacacuartos de algún residente de Hollywood Hills. Lamentablemente, tratando de ser objetivos —si es que tal juicio de valor existe—, no le faltará parte de razón, y digo ‘’parte’’, pues como en todas las afirmaciones contundentes aparece alguien para rebatirlo. De dilatada carrera y agenda de contactos, el de New Jersey regresa con un álbum de cromos de coleccionista, de los que aglutinan lo mejor de cada casa para sacarles el mejor de los partidos. Kenny Wayne Shepherd, Landreth, Musselwhite, Robben Ford… son algunos nombres del elenco que encontramos en 14 cortes para la ocasión, salvo por «The Sky Is Crying» con Warren Haynes, que ya interpretaron hace años en un New Orleans Jazz Festival. Con solo dos canciones grabadas en el mismo espacio-tiempo («Do You Still See Me at All» junto a su hijo Jon Trout y la soberbia «We’re All in this Together» con Joe Bonamassa), merece especial mención la fantástica producción del álbum, a la altura de majestuosas piezas como la americana «She Listens to the Blackbird Sing» con Mike Zito, o el sentido homenaje a Jimmy Trapp, su bajista original, en «Blues for Jimmy T» junto a John Mayall. Es un disco largo pero magnífico, cuidadosamente estudiado para que todo el que participara se sintiera cómodo, y, por otra parte, necesario en la carrera de Walter. De esos que te sorprenden al oírte decir que no hay mejor música que el blues cuando el blues se siente así.
BORJA FIGUEROLA
