Comenta el autor, vía opúsculo promocional, que la gestación de este su tercer disco en solitario tras la desbandada de The Boo Radleys estuvo acunada por la escucha de clásicos soul formato urbano (Motown, Philly) salteado con material de Bowie. La primera de esa (inhabitual) influencia se plasma claramente en el ritmo vivaz de la inaugural «New Shapes of Life», algo también en la continuación con «Damocles» y sus sedosos coros. El resto de los temas se enmarcan en el formato de diario personal, donde el autor se reivindica como artista total manejando casi todos los resortes de la grabación, dando especial prioridad a unas letras que hablan del mal trago de la separación y la desubicación que esta y otras gabelas de la moderna existencia plantean al ser humano. Expresa Carr todas esas dudas desde la sencillez instrumental, formato cantautor pop, con canciones de amable escucha cercanos a ese mainstream de calidad que tomo cuerpo de identidad en los setenta. Según la cercanía del oyente a esos postulados sonoros el resultado variará: personalmente encuentro que temas como «Future Reflections» son melosos en exceso, mientras aprecio calidez y calidad en «The Last Song» que efectivamente cierra esta corta y desigual obra.
MANUEL BORRERO